Se terminó. Esto es todo. Basta de sufrir. Basta de llorar. Basta de todo. ¿Cómo pude haber creído que ésta vez él no iba a tener razón? "No vas a poder vivir sin mí" Me lo había anticipado y yo me negué a creerlo. "No sabes vivir sin mí" No, la verdad es que no. Por eso estoy como estoy. Llegó el final. Ya basta. Ya se termina...
"Chau, muchachos" Gritó Alex a sus espaldas, a sus amigos que se alejaban tambaleándose. Hacía cinco años que no los veía en persona y esta noche significaba su retorno a Olympia... entonces ¿qué mejor manera de enfrentar el encuentro que emborrachándose? Muy en el fondo él sabía que iba a ser muy difícil para él volver y afrontar lo que todavía no sabía como manejar, por lo que la idea de una noche de alcohol con amigos le representaba una buena forma de que este regreso no fuera tan complicado.
Cada vez menos, falta cada vez menos...
Mientras luchaba para poder poner sus llaves en la cerradura, Alex se reía para si mismo recordando varias escenas chistosas que le dejó la noche. No recordaba que le hubiese costado tanto abrir la puerta las varias veces que ingresó al departamento durante el día, aunque luego pensó que durante el día no había bebido varias rondas de tequila. "Al fin!" Exclamó arrastrando las palabras mientras tambaleaba para poder entrar.
¿Esto es morir? ¿Tan fácil es? Tan solitario también... Ya falta menos Julia, tranquila...
Alex miró a su alrededor en la oscuridad porque no lograba encontrar el interruptor para encender la luz. Le pareció, dentro de su borrachera, que el departamento era distinto, por lo que comenzó a reírse ante la imposibilidad de las ocurrencias de su mente alcoholizada. Doblado de risa, intentó sacarse los zapatos sin mucho éxito, mientras chocaba contra una mesa pequeña que hubiese jurado que él no había puesto ahí.
Ahora sí...Ya se terminó...
Luego de haber tropezado, caído, no poder levantarse por la risa que le provocó la situación, y agarrarse del sillón que ahora le parecía extremadamente suave para poder ponerse en pie, Alex notó un tacón tirado en el piso, en el medio de su living. "No puede ser" se dijo entre risas, que ahora se notaban un tanto histéricas. "¿Qué es..." se vio interrumpido en medio de su pregunta cuando notó a la chica que se encontraba desmayada en medio de su sala. Como si lo hubiesen bañado de repente con agua fría, todo rastro de su borrachera desapareció y se encontró sumido en pánico. "No puede ser, no puede ser" canturreaba para sí mismo mientras giraba sobre sí mismo buscando el interruptor de la luz, hasta que decidió rendirse y ya dentro de las garras del pánico se arrojó en el piso al lado de ese cuerpo aparentemente inerte.
Tomándola suavemente por la mano, constató que aunque era débil, la bella mujer que se encontraba en lo que ahora había notado no era su departamento, sino el de su vecina, Julia, aún tenía pulso. "¿Me escuchas? ¿Me escuchas?" Decía tomaba su cara frágil y pálida entre sus manos y efectivamente comprobó que se trataba de Julia. "¡Julia! Soy yo, tu vecino, Alex. ¿Me escuchas? Julia, soy Alex! Reacciona, por favor!!" Desesperado, mientras acariciaba su mejilla, Alex llamó al 911 y a los gritos pidió ayuda. Gritó por el miedo, gritó por la angustia, gritó por él, por Julia...y por lo que hizo que se fuera hacía tantos años y recién volviera. "¡No puedes morir, Julia!¡No conmigo! No vas a morir, ¿me escuchas? No puedes dejarme, no te mueras..." Como si fuera un canto sin fin, Alex repitió esas mismas palabras convencido de que quizás, ésta vez, fueran a funcionar.
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Una Razón
RomanceJulia necesitaba una razón para quedarse... Alex, una para no partir... Cuando se encuentren, ¿podrán encontrarla?