Esto no puede estar pasándome a mi, yo sólo salí a tomar un par de copas. Esto no puede ser. Lo estoy imaginando. No otra vez. Ya para, Alex, deja de entrar en pánico. Para.
Alex levantó su cabeza de sus manos y se miró en el espejo del baño del hospital. Sus ojos estaban inyectados en sangre por la falta de sueño y el exceso de alcohol, se vió su piel pálida y aún sudorosa luego de todo el incidente ocurrido esa madrugada, y su pelo, que aún en semejante situación, parecía cuidadosamente despeinado, estaba parado para cualquier lado debido a los tirones que el mismo se había dado. Negó con su cabeza, mientras volvía a observar el lavabo, disgustado por la imagen que le devolvía el espejo y por como había resultado su noche. Volvió a mojarse la cara, y luego de respirar profundamente, decidió salir para averiguar qué había ocurrido con Julia.
_Ah, ahí estás. Me preguntaba dónde podrías haberte metido, jovencito_ La enfermera, una señora mayor que le recordaba mucho a la abuelita de Silvestre y Piolín, lo observaba desde el centro de la sala de espera, esperando que fuera a su encuentro _Tu hermana aún no ha despertado, pero pronto lo hará. Quizá deberías acompañarme, va a necesitar ver una cara familiar cuando lo haga_ Al escucharla, Alex quiso auto cachetearse. Mi hermana. ¿Pero qué he dicho? Se dirigió hacia la señora Kelly y comenzó a caminar detrás de ella, hacia la habitación donde lo esperaba algo que él no sabía si iba poder manejar, que no estaba listo para ver. Yo ya pasé por esta situación, esto ya lo pasé. No puede ser. No otra vez. Alex se repetía para sí mismo una y otra vez. Pensaba, inconscientemente, que quizás así se despertaría y vería que esto no estaba ocurriendo, que era un simple producto de su imaginación. Pero pronto, mientras caminaba y seguía pensando que esto era un nuevo sueño, una nueva oportunidad de evitar lo inevitable, Alex se encontró frente a una puerta con el número 209 en ella y en ese momento comprendió que esto era real y no producto de su resaca.
_Julia estará despertando en cualquier momento, querido. Va a necesitar ver una cara familiar pero no que la regañen o le pidan explicaciones _ La señora Kelly hablaba mientras Alex recorría con la vista los números dorados. Si supiera cuántas veces he hecho esto ya, pensó con tristeza mientras lentamente la puerta se abría y lo iluminaba la claridad de la habitación_ ¿Me has escuchado? Ya puedes pasar_
Todavía con la sensación de estar a punto de vomitar, Alex tomó coraje y puso un pie dentro de la habitación. Comenzaron a sudar las palmas de las manos, sentía el corazón latiendo desbocado en su pecho, y cerró los ojos fuertemente por miedo a lo que sabía que iba a ver. Los iba a abrir y se iba a encontrar con ella. Ella otra vez ahí. Helada, dura, rígida. En la camilla de metal, esperando por él o por alguien que pudieran confirmar su identidad. Ella. Su otra mitad. Pálida, sin color, sin vida. Muerta. Por su culpa. Se desplomó y se abrazó de sus rodillas buscando rearmarse, como si con sus brazos quisiera juntar todos sus pedazos. No puede ser, no puede ser, no puede ser
_Jovencito, ¿estás bien? ¿qué te ocurre?_ Una voz le decía mientras el sentía como todo su mundo se caía a pedazos, como se rompía él en pedazos una vez más. Tenía la sensación de vértigo como si caminara por el borde de un precipicio y estuviera a punto de caer. Se estaba entregando a ese terror que provenía desde lo más profundo de sus entrañas, cuando sintió una mano cariñosa frotando círculos en su espalda acompañada de una voz maternal que le decía "vas a estar bien" una y otra vez. De a poco fue sintiendo como su corazón volvía a latir de manera normal y su respiración dejaba de ser dificultosa. Lentamente, abrió los ojos y se encontró con la señora Kelly mirándolo con preocupación como su madre hubiese hecho.
_Acabas de tener un ataque de pánico, querido. Creo que no estás listo para enfrentar esta situación, ¿por qué no me dices el número de tus padres? Así ellos pueden ocuparse de todo._
_Está bien, estoy bien _ logró decir Alex con los dientes todavía apretados, mientras ella seguía trazando círculos en su espalda.
_Creo que deberías hablar con alguien sobre esto que te ha ocurrido, deberías acercarte al ala de psiquiatría. Alguien allí podría ayudarte. Es muy difícil sobrellevar un intento de suicidio de un ser querido -o cuatro, pensó Alex- sin la ayuda correspondiente
_Estoy bien, señora Kelly, gracias _ le dijo con una sonrisa que intentaba ser convincente.
_Está bien. Cualquier cosa que necesites, estaré en la estación de enfermeras_ le dijo ella mas como una advertencia, que como un recordatorio. Alex respiró profundo mientras observaba a la señora Kelly irse, y luego se dió vuelta lentamente, todavía temeroso de lo que iba a encontrar.Azul. Los ojos de Julia, azules como el mar, lo observaban fijamente desde la cama. Esto hizo que se relajara de inmediato ya que esta imagen distaba bastante del recuerdo que tenía en su mente, que lo asechaba, acosaba y perseguía tanto en sueños como estando despierto.
_He..hey_ le dijo él tímidamente, sin saber como empezar_ Estás viva_ Idiota, pensó.
_Eso parece_ le respondió ella con su voz ronca y se giró para mirar por la ventana.
_¿Te molesta si me siento?
Julia se giró solo un momento, lo observó cuidadosamente mientras el se sentaba, y volvió a voltearse hacia la ventana. Alex no sabía que decir, ni que hacer. Pero por sobre todo, no podía dejar de mirarla y recordar como el día anterior se habían conocido._¡Oye! ¡Ten cuidado!_ Una voz femenina le gritó a Alex mientras intentaba salir del ascensor con unas cajas. No la había visto dentro del mismo y mientras ella intentaba entrar, él intentaba salir. Asomó su cabeza por detrás de las cajas mientras salía y se encontró con dos zafiros devolviéndole la mirada.
_Disculpa, no te he visto ahí. Alex, mucho gusto_ le dijo con su sonrisa conquistadora, al tiempo que le extendía los dedos de una de sus manos, con las que estaba cargando las cajas. Ella enarcó su ceja izquierda y sin tomarle los dedos, le dijo _Julia, tu vecina_ y subió al ascensor.En el momento había pensado que era tan bella como antipática, por lo que no volvió a pensar en ella hasta este momento. Pero nunca hubiese creído que era una mujer a punto de suicidarse. Nunca supe darme cuenta cuando alguien está a punto de hacerlo, ésta es solo una vez más, tonto. ¿A quién quieres engañar? Sacudió su cabeza como queriendo sacar ese pensamiento de ella y volvió a observarla. Los zafiros de Julia se encontraban con la mirada perdida en algún lugar del paisaje que podía verse a través de la ventana. Y Alex comprendió que no había mucha diferencia con la imagen que aterrorizaba sus pensamientos a diario, Julia no estaba muerta, estaba muerta en vida, que era aún peor. La observó como se envolvía en la sábana blanca del hospital hasta casi taparse la cabeza y como había hecho él hacía un rato, se abrazaba a sí misma, tratando de juntar todas sus partes porque estaba completamente rota.
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Una Razón
Roman d'amourJulia necesitaba una razón para quedarse... Alex, una para no partir... Cuando se encuentren, ¿podrán encontrarla?