Verdún, 21 de octubre de 1916
Mi dulce, Azucena:
He decidido escribirte esta carta porque quería contarte ciertas cosas que han sucedido en el transcurso de estos ocho meses, al principio era fácil predecir los ataques de alemanes, ahora no, han llegado acá y no cesan los bombardeos, las enfermedades. En las trincheras la vida es cada vez más insignificante, mueren cientos de soldados al día, defendiendo su patria, yo ascendí a la primera línea, el clima no ayuda mucho, la lluvia mezcla desechos con cuerpos en descomposición que no hubo tiempo de sepultar dignamente, las ratas se deleitan en ello.
Hay una pregunta que ronda en mi mente, me la hiciste días después de casarnos: '' ¿Por qué me amas, qué amas de mí?'', nunca te la respondí; pero justo ahora deseo hacerlo. Cuando te conocí, quedé atado a ti, sabía que eras aquella mujer, tu carácter; tu dulzura; tu comportamiento era el de una dama, te resistías tanto a intercambiar palabras conmigo hasta que aceptaste. Una noche salimos al jardín donde el cielo era despejado, no existía rastro alguno de una estrella, te pregunté si te casarías conmigo, no olvidaré tu respuesta: ''Si ves una estrella, lo haré'' me pareció lo más injusto del universo, luego de unos minutos, aparecieron muchas de ellas, sonreíste. .. Eras mía.
El día de nuestra boda en el altar juramos amor hasta la muerte bajo el cielo nocturno más hermoso.
En la luna de miel, tu piel sensible a mi tacto, tus manos temblorosas, me acerqué a tu oído, no temas querida—mencioné —, me besaste, fui tuyo y tú... completamente mía.
También recuerdo nuestra primera discusión de casados porque no quería ir a casa de tus padres, fue la noche más larga de mi vida, deseaba tanto acercarme a ti, hacerte mía otra vez, te pedí perdón al final.
He comprendido ahora que las primeras veces suelen ser dolorosas al inicio; pero pueden llegar a convertirse en los mejores recuerdos, no te mentiré, sí, temo a morir pero no por lo que la muerte signifique, sino por el hecho de que es lejos de ti, de mi hijo, no te empeñes en ocultarlo, sé que esperas una criatura, no querías que me entere; pero lo sé, quiero que le cuentes historias maravillosas, dile que lo amo, que quisiera haber sido parte de su vida, descuida, los dejé económicamente estables.
Una bala atravesó mi pierna, la hemorragia es intensa no sé si sobreviva mi amada, lucho por mi vida, por ti; por nuestro hijo, tú modificaste mi mundo entero. Con lágrimas en los ojos escribo con la única esperanza de que algún día, en esta vida o la otra pueda permanecer al fin junto a tus bellos ojos. Los amo con cada fracción de mi ser, es tu elección el nombre del bebé, solo, no me olviden.
Fui tu espina venenosa, tú eras mi Azucena fragante.
—Hasta que uno de los dos muera, ¿no es así mi dulce ,Señora Wesley.?
—Frederick Wesley
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Promesas
Short StoryFui tu espina venenosa, tú eras mi Azucena fragante. -Hasta que uno de los dos muera, ¿no es así mi dulce ,Señora Wesley.? -Frederick Wesley *** Concurso de cartas de amor en guerra de @RomanceEs 500 palabras.