Parte III

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Dos píldoras para dormir después, y un sueño que podría haber sido mucho mejor, estaba seguro de una sola cosa: no servía para esto. En serio. Las misiones de observar no eran lo mío. No era algo difícil de comprender. A algunos agentes se les daba genial deducir, otros tenían una puntería impecable, un par eran excelentes para infiltrarse y lo mío no era quedarse quieto. ¿Podría usar el supuesto TDAH que ahora decían que tenía como excusa? Bueno, al menos eso explicaba por qué no dejaba de retorcer el libro o doblar sus esquinas pero eso mantenía mis manos ocupadas.

Sentado en un café al otro lado de la calle, podía investigar todo lo que deseara por mi cuenta al mismo tiempo que vigilaba el lugar del incidente. La policía ya había hecho las pericias de la zona y el MI5 había pedido un pedazo del pastel al considerarlo más un asunto nacional pero el MI6 no me dejaría librarme tan rápido por mi inoperancia. Era mi culpa lo que había sucedido y debía resolverlo, y también era un salvavidas para no reprobar la práctica de entrenamiento. Algún día me vengaría de Truman por esto.

Desde donde me encontraba en una esquina del local podía observar todo, desde la calle al otro lado de la ventana donde todavía quedaban algunas cintas amarillas para limitar el paso hasta todos los clientes actuales. Intenté prestar atención, de verdad que lo hice, pero había una pareja de ancianos quejándose de que sus scones estaban secos, y un niño pequeño volcando todo su chocolate caliente y ensuciando a su madre, y una rubia compartiendo miradas con un joven de cabello varios tonos más oscuros que el suyo y todo resultaba tan malditamente monótono y aburrido. Desvié la mirada tan pronto como la joven pareja comenzó a besarse, las demostraciones de afecto no tenían por qué ser tan públicas.

El MI6 se había negado a darme cualquier recurso, porque Truman insistía en que un agente no dependía de la tecnología. Mataría por saber si los otros Servicios Secretos eran así de anticuados. ¡No era depender o apoyarse, era aprovecharla! Descargas Instagram en un minuto, creas un perfil falso, subes alguna estúpida foto de tu café recién hecho marcando tu localización, y de pronto puedes chequear las fotos de todos quienes también alguna vez estuvieron en el mismo sitio que tú. Voilà, miles de selfies de manifestantes contra el Brexit en la palma de mi mano.

No me interesaban las grandes sonrisas o caras extrañas o primeros planos protagonistas. Buscaba lo inusual en el fondo, el extraño atrapado a escondidas por un vulgar celular. Por supuesto, la vida no era tan sencilla, y luego de la foto número trescientos cuarenta y ocho tuve que repetirme que esto no era lo mío. Se suponía que debía ser fácil de resolver, por alguna razón me lo habían dejado a mí. Nada de esto tenía lógica en realidad. ¿Cuál era el punto de causar una explosión sin muertes? ¿Qué se ganaba con eso?

El crío volvió a volcar su chocolate y creí que sería capaz de lanzarlo por la ventana si la madre no lo controlaba. Una distracción, eso se ganaba. El hecho que todos mirarían hacia el lugar de la explosión como polillas atraídas a la luz. Las fuerzas de seguridad también se distraerían al intentar investigar ese incidente. Nada más que una pantalla, una cubierta para ocultar lo que realmente estaba sucediendo. ¡Punto para mí! El joven en entrenamiento para ser agente sí tenía futuro, aunque no mucha paciencia.

Descargué todos los videos que encontré del momento del incidente, porque en esta clase de cosas siempre algún desgraciado estaba filmando en el momento justo, y se los envié a Aiden para que los editara. ¿Si no se podía abusar del compañero de dormitorio en el campus, de qué más servía? Él podría aclararlos para tener mayor visibilidad y aumentar la definición. Además, Truman no había dicho en ningún momento que no podía pedir una mano ni tampoco tenía por qué enterarse. Los hombres de traje insistían tanto en trabajar solo y no confiar en nadie, y a primera vista eso era tan fácil de creer, que se perdía toda la parte implícita. Podías involucrar a otro, solo no tenías que compartir el cien por ciento de la información. Todos teníamos contactos de confianza para darnos una mano.

Aidan se tardó... tres horas. Porque el tiempo a solas con su novia era más importante que el cuello de su mejor amigo. Clásico. Para el momento en que me envió de regreso los videos con mejor resolución ya estaba anocheciendo y se me estaban acabando las excusas para deambular por esa calle sin lucir sospechoso. En realidad, se me estaba acabando el tiempo. Truman me había pedido un reporte detallado al final del día, y ya sabía cómo eso había resultado la última vez.

—Un señuelo —repitió Truman leyendo las hojas no tan arrugadas esta vez—. Sabes que señuelo va con ese y no con ce. ¿Cierto?

—Lo escribí rápido.

—La ortografía es vital, Noah.

—Nadie morirá por un error de ortografía.

—Existe un famoso caso, desconozco en qué nivel se encontrará tu francés pero en ese idioma existe la palabra poison y poisson.

—Suenan idénticas para mí.

—Se pronuncian distinto, lo notas si tu oído está entrenado. ¿Sabes lo que significan? —preguntó y sacudí mi cabeza, él suspiró con cansancio—. Necesitas mejorar tu francés. Poisson, con dos eses, significa pescado. Poison, con una sola ese, significa veneno. Así que imagínate la sorpresa que se habrá llevado el agente involucrado, al percatarse que la carne que había consumido no era pescado sino que contenía veneno, y todo porque alguien tuvo un error de ortografía al escribir el informe sobre lo que encontraría en su misión.

—Estoy seguro que no hay ningún veneno llamado ceñuelo, con ce.

—Ese no es el punto. En este trabajo, cada cosa es importante, incluso el detalle más insignificante.

—Lo entiendo, mejorar la ortografía. ¿Algo más?

—Sí. Sigue siendo un informe pobre.

—¿Qué? Me esforcé mucho haciendo esto.

—No es suficiente. ¿Tienes alguna prueba de lo que sugieres? ¿Encontraste un responsable? —preguntó él y fui incapaz de responder—. Entonces el caso sigue abierto, y te recomiendo que te apresures en cerrarlo si no quieres perder el año escolar.

Sin nada más que decir, él recogió mi segundo informe y se lo llevó, seguramente para que alguna chica con bolígrafo rosa lo llenara de sus tontos comentarios como si fuera capaz de conocerme solo por mi caligrafía. Tiré de mi cabello hacia atrás y me contuve de soltar un grito de frustración. ¿Por qué nunca era suficiente con estos sujetos?

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