¿Alguna vez te has sentido desesperado? ¿Alguna vez te has sentido destruido? Pues esa es la realidad de todas las personas, sólo que, a diferencia de la mayoría de nuestra generación, el mundo fue construido en grandes pilares de mentiras. El mundo entero se basa en una gran mentira, esa que todos en algún momento hemos dicho incluso sin querer; "Estoy bien". Estas simples y cortas palabras han sido las responsables de destruir corazones, arrasar con vidas. Ésa es la manera más fácil de ahogarte, la manera más fácil de decir una gran mentira. Sin importar la razón, seguimos y seguimos diciéndola una y otra vez, mientras nos ahogamos en nuestros pensamientos y temores, en nuestros problemas, en todas esas pequeñas cosas que poco a poco van destruyendo nuestro ser, nuestra alma. Sin ninguna manera de escapar, mas que perdernos en el infierno que llevamos dentro, mientras las piezas que antes conformaban un gran corazón, son arrojadas con violencia desde lo alto hasta que no son nada cuando impactan el suelo. La vida es dura, lo sé. Pero mentirnos a nosotros mismos no nos sacarán del agujero. Si todos estamos mal, ¿Por qué no dejar que el mundo lo sepa? Nunca sabremos lo que ocurría en antaño, nunca descubriremos el por qué de ocultar nuestros sentimientos. Pero, ¿Acaso no es eso lo que nos hace humanos? ¿Es malo ser más humano que otros? No lo creo. Entonces, ¿Por qué está mal?. Lo único que sabremos es que a nosotros, los adolescentes, se nos hace más difícil mantenerlos en secreto. Pero no es malo sentirte derrotado de vez en cuando, no es malo tocar fondo, ser arrastrado por el suelo. De eso se trata la vida, de estar destruido en la mayor parte del proceso. Al igual que el carbón, nuestras almas son rocas sin color, sin fuerza, sin brillo. En promedio, son más los días en los que estamos cabizbajos que los días que en verdad podemos estar agradecidos por la vida. Pero esa es la trampa, una trampa que no necesariamente nos llevará a un lugar malo. He estudiado a fondo la estrategia de la vida, buscando una respuesta al millón de preguntas que todos nos hacemos. La verdad es que la vida necesita destruirnos, una y otra vez. ¿Para qué? Es simple; Para reconstruirnos. De no ser por la presión ejercida a los carbones, las altas temperaturas, los golpes y demás condiciones "catastróficas" que le son aplicadas a los mismo, no existirían los diamantes, ¿Cierto?-No se trata de qué tan bajo caigas, no se trata de qué tan profundo te hundas. La vida siempre querrá que triunfes, que te superes, que veas más allá, que seas más de lo que todos esperan de ti. LA única manera de lograr esto es a través de terribles torturas, sufrimiento que algunas veces parece no terminar. Pero hay una buena noticia dentro de todo este desastre de situaciones. No, no es que el dolor termina, sin él no existiría la alegría. La buena noticia es que habrá un nuevo tú al terminar el camino. Un nuevo tú lleno de experiencias, de cicatrices, de nuevas esperanzas de una fuerza renovada. Las personas piensan que una que otra cicatriz es mala, que es algo que marcará tu vida de un modo negativo al igual que marca tu piel, pero no necesariamente tiene que ser así. Las cicatrices son recordatorios de viejas batallas, capítulos de una guerra que no tiene fin, cuyo único final es el que tu corazón ejerce en ti al momento en el que se detiene. Ése es el verdadero final de este circo de sufrimiento. Mientras tanto, nos encargamos de coleccionar heridas y cicatrices, heridas que al dejar su marca permanente en nuestra piel, también hace que esta sea más gruesa, más fuerte. Mientras más cicatrices tengas, más fuerte serás. Pero no todo es tan fácil, el triunfo depende de ti. ¿Serás capaz de soportar todo el llanto y el sufrimiento para poder lograr un triunfo brillante? Esa decisión está en tus manos. -Veámoslo de una manera un poco más fácil de entender. Somos niños, indefensos, débiles. La vida es una academia que se encargará de eliminar nuestras impurezas, nuestros errores. Pero para esto debe hacernos exámenes realmente difíciles, de los cuales sólo los más fuertes pueden sobrevivir. Sí, sobrevivir. La vida es como un juego en el cual no hay segundas oportunidades, (Es curioso decir esto, cuando la verdad es que cada día es una nueva oportunidad de brillar, de ser feliz) pero en estas pruebas no es tan fácil sobrevivir como en los días de clases normales. Si fallas o si sucumbes ante la dificultad de las mismas, el dolor será tan grande que nublará tus pensamientos, guiándote a una no tan cómoda prisión bajo tierra, llamada ataúd, donde nuestros sueños y esperanzas se ven apagadas por la compasión de la muerte. Podría decirse que la muerte es un rayo de luz al final del túnel, es ese llamado a la calma que todos hemos esperado, el fin de nuestro sufrimiento. Pero todos iremos hasta allá, es lo único seguro. Entonces, ¿Para qué fallar el examen de la academia Vida? Nadie quiere morir, pero sin embargo todos lo haremos. Entonces, ¿Preferimos morir antes de poder decir que lo intentamos? ¿No sería eso cobarde? El premio de esta academia es la misma calma, los graduados obtienen el título de Difunto. Se nos acaba el tiempo y es lo único que no podremos recuperar. Es mejor morir luchando que simplemente esperar a que la muerte arrebate nuestras vidas antes de siquiera poder usarlas para algo. Lo curioso es que aunque todos obtengan el mismo título, no todos tienen el mismo conocimiento al graduarse de allí, algunos son más inteligentes que otros, algunos son más fuertes que otros. Pero todos tienen algo en común, todos lucharon por ello. -Adam, nuestro protagonista es un adolescente de 16 años, quien ha estado luchando con su familia desde que tenía apenas 13 años. La historia se sitúa en ningún lugar específico, no es necesario mencionar un lugar específico, lo importante no es el lugar, es la historia. Nadie mas que él sabía lo que era sentirse realmente solo en el mundo. Bueno, no solo él, pero la idea es ambientarnos en un mundo trágico. Atrapado en una vida de mentiras, máscaras, desprecio y llanto, Adam estuvo muchas veces a punto de sucumbir ante la tentadora idea de la muerte, pero él no era tan tonto como para dejarse caer con los ojos cerrados ante los deseos de un mundo frustrado que solo quería verlo fracasar. La soledad era su pan de cada día, su pensamiento más recurrente. Sin embargo, nuestro magullado protagonista tenía unas sobrehumanas ganas de vivir, de sentir la libertad corriendo por sus venas. Su corazón latía como el de un león, su determinación era la de un águila, su fuerza era la de miles de demonios. ¿Su secreto? Era su misma debilidad, la soledad. Verás, una vez que pasas mucho tiempo solo, la soledad no solo se vuelve parte de tu vida, se vuelve parte de tu ser, parte de tu alma. Todos hemos estado solos en una gran parte de nuestras vidas, desesperados, olvidados. Pero fue allí, en ese rincón oscuro de su alma, cuando sus demonios habían dejado de estar al acecho para prepararse para atacar y derribarlo, donde él encontró una chispa de esperanza. Una chispa que lo hacía querer sobrevivir, de correr mucho más allá de aquel infierno que lo atrapaba. Pero cada día esto se hacía más difícil, y las horas que desperdiciaba allí eran cada vez más largas, más difíciles. ¿Será capaz de sobrevivir? La verdad es que dudo que alguien realmente lo sepa.
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Stay Strong
Teen FictionLa realidad de la vida, llena de altos y bajos emocionales, batallas psico-emocionales. Es una historia con la que no podrás sentirte identificado, alcanzando esos pensamientos que se ocultan en el alma, esos ecos de llanto que en lo profundo nos de...