La nieve... A aquella pequeña siempre le gusto aquel fenómeno meteorológico, pocas veces en su vida pudo sentir en su blanca y tibia piel cuajar aquellos pequeños y de diversas formas copos de belleza...
La nieve era blanca y pura, como cualquier persona en su tierna infancia. Como ella.
La pequeña recordaba perfectamente lo bella que le pareció la nieve la primera vez que la vio, lo que le gustaba jugar con ella, que se le congelasen las manos al sentir las bajas temperaturas o la nieve en su piel...
Hacer muñecos de nieve, ángeles con la forma de su pequeño cuerpo y lanzarles bolas de nieve a sus amigos... Realmente se divertía en la nieve.
Pero lo que más le gustaba de la nieve era...
Corromperla.
Y qué mejor color para corromper un blanco tan puro que el rojo,
el rojo carmesí,
el rojo de la sangre.Hacía tiempo que no nevaba en su oscura ciudad, odiaba aquel clima cálido en el que vivía, pero todavía era una niña y no podía salir de este horrible lugar.
Pero aquel día la suerte le sonrió, hizo suficiente frío ese invierno como para que su felicidad fuese casi absoluta.
No podía desperdiciar esta oportunidad, estaba ansiosa, emocionada, le temblaban sus pequeñas manitas... Tenía que encontrar víctimas y rápido.
Para ella la sangre era hermosa... Tan diversa, tan necesaria...
Ninguna víctima tenía una sangre idéntica a la anterior, eso lo pudo observar mientras esta se fusionaba con la nieve, tantas variaciones, tantas posibilidades... Tantos tonos del mismo rojo corrosivo... Se excitaba de solo pensarlo.
Ella vagaba sin rumbo fijo intentando encontrar un alma en desgracia que caminase por aquellas frías y oscuras calles.
Cualquier estúpido que no se atreviese a sospechar de una pequeña niña sola de noche en la nieve.
Pero buscaba y buscaba, apuñalaba y apuñalaba y nunca conseguía encontrar un color tan perfecto como el primero que vio.
Su propia sangre en la nieve era tan hermosa...
La sangre del resto de personas era bella, pero nada se comparaba con su propia sangre, el poder corrosivo del hermoso rojo que opacaba aquel blanco tan puro... Que corría por sus venas.
La pequeña estaba triste, le gustaba el rojo de las demás personas teñir su querida nieve, pero no se sentía completa...
Pensó que tal vez la sangre de sus padres tendrían un color similar al suyo, así que, corrió feliz hacía su casa y fue a ver a su querida madre.
Su madre sin sospecha alguna salió a las frías calles para complacer a su pequeña hija.
La pequeña la dijo lo mucho que la quería, la abrazo y hundió el pequeño cuchillo de cocina varias veces en el estómago de su amada mamá.
A la niña le gusto aquel color, pero no era tan bonito como el suyo... Así que fue a buscar a su padre.
Con la misma facilidad la pequeña logro hacer que su padre la acompañase fuera.
Repitiendo el proceso le apuñalo repetidas veces en el estómago después de haberle dicho lo mucho que le quería y abrazarle.
Le gustaba mucho aquel color... Pero aun no llegaba a ser del todo feliz.
La pequeña, cansada, se fue a su casa a dormir, esperando que a la mañana siguiente, volviesen a llevarla a un nuevo hogar y que este, fuese un lugar lleno de bonita y preciosa nieve.
Nieve y sangre, tan precioso... Pensó antes de entregarse a sus inocentes sueños.
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Nieve.
Short StorySolo una corta historia de una pequeña niña amante de la nieve. Una niña con una peculiar forma de sentir felicidad a la que le encantaba el color rojo.