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Cuando llegaron a la biblioteca estaba todo preparado para ellos. Las sillas, cintas azules y blancas, flores. Todo estaba precioso, y a ella ya se le había olvidado el accidente ocurrido hacía un par de horas.
Pasaron la mañana allí y luego fueron toda su clase a comer al burger del centro de Madrid.
Todo iba muy bien, pero entonces pasó algo fuera de lo común. Un niño de su clase llamado John, conocido por andar cada dos días con una chavala distinta, se había sentado junto a ella. En la silla de al lado concretamente.

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