{Capítulo 1}

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April apartó un mechón rubio de su rostro mientras sorbeteaba su leche chocolatada. La cocina estaba cálida y podría asegurar que en la tarde no habrían más de treinta y cinco grados, por lo que me impresionaba que el monstruo rubio trajera chaquetón ancho.

-- Eres un perdedor.

Espetó, su pelea diaria al horario del desayuno me sacaba más de una sonrisa cada día, pero la resaca del día anterior me tenía la cabeza mala, por lo que me ahorré mis palabras. Me levanté de mi silla y saqué dos pildoras para el dolor de cabeza del cajón de mi madre.

-- Nadie te envía a salir el día anterior a clases, ni pienses que te quedarás en casa -- Ella traía su blazer gris que le acentuaba la cintura, no creo que fuera al trabajo, ni mucho menos a conseguir clientes en su oficina.

-- ¿Vas a seguir buscando a tu James Dean, mamá?

Okey, eso fue hiriente de parte de un hijo, pero me sacaba de casillas que aún creyera que alguien la iba a tomar en cuenta así, llena con arrugas y el pelo casi oxigenado de rubia, sus raíces negras se veían asquerosas y aún si estuviera con treinta y cinco años encima y muy necesitado jamás me agarraría a una tipa como mi madre. Bueno, tomando en cuenta que es mi madre.

-- Ahórrate tus comentarios y sal luego, no es como si me interesara que te eduques pedazo de mierda, pero April aún tiene futuro.

Ahí lo tienen, es mutuo. Recogí mi mugre y salí de casa con la peste bubónica de mi hermana quinceañera revoloteando por el jardín de los vecinos. A veces la quería, aunque me costaba aceptar que no se parecía a mi madre en absoluto, me gustaba joderla y hacerla enojar, en realidad ¿A quien no? Cuando tienes con quien descargarte no hay que perder la oportunidad.

Avistando a la escuela el panorama no es difícil de imaginar o más bien se hace realidad una vez estás a una cuadra de ella, culos en mini faldas, tetas apretadas en escotes, piernas de infarto a medida especial, entonces llega ella haciendo los sueños realidad, camina casi en cámara lenta, morena, cabello y ojos color chocolate, un metro setenta y cinco de fantasías eróticas... quitándole el hecho de que va de la mano de mi mejor amigo.

-- ¿Que tal Bieber? --saluda Phoebe.

Matt me hace un gesto con la mano y le devuelvo el saludo. Siempre he estado junto a el, desde cumpleaños número cinco de su actual hermana de dieciocho, hasta sujetándole el alma mientras vomitaba luego de una noche de asiáticas y alcohol.

-- Me va bien --respondo.

''Mejor ahora que te vi'' pienso, pero me río para mi mismo ante el solo hecho de pensarlo, sé que jamás lograré decirlo. Me siento en una de las bancas cercanas, April ya desapareció entre su grupo de amigas, por lo que puedo informarme de lo que ocurre por aquí.

--¿Mierda nueva? --pregunto.

La figura masculina alta frente a mi ríe y le hace una mueca a su novia, que girando los ojos se retira de la zona, no puedo evitar mirar su culo, aunque aún así todos saben que la respetaría más que Matt, si o si.

Se sienta junto a mi.

-- ¿Perras? Al grupo B, llegaron como tres que están coqueteando con la mitad de la escuela. Carne fresca que pueda robar algo... nada, solo frikis con acné.

Presto atención a lo que dice Matt observando la terraza de la preparatoria, son mis años mozos, lo sé, se viene algo grande para mi, es ahora cuando todo se vuelve difuso para mi. La veo. 

Alta, cabello castaño oscuro que cae sobre sus hombros en rizos deshechos, pálida, su piel parece porcelana fina, sus curvas son bastante deseables pero no al extremo brutal de parecer un jarrón mal hecho con pinta de puta mal pintada, sus pestañas son largas, lo sé porque al observarla de perfil puedo notar también como se acentúan en sus parpados, sus ojos parecen un día nublado, sus labios un fino toque del pincel en la obra maestra de su rostro. Viste una blusa larga y unos jeans desteñidos, no trae tacones, tampoco maquillaje.

Woah. 

No puedo evitar soltar un suspiro.

-- Pareciera que acabas de ver el paraíso, Justin.

Vuelvo a la realidad con las burlescas palabras de mi compañero de vida y de años.

--¿Que sabes de ella?

No me doy cuenta de las nota de violencia en mi voz hasta que me hace tomar sentido el que todos ya se hayan ido a clase.

-- Inadaptada social, no ha dicho más de cuatro frases en lo que ha habido de mañana. La expulsaron de Oakley, nadie sabe porqué, de seguro era más bonita que los mosaicos de las monjas y por pecaminosa la echaron... uhm, no le veo gran futuro, al menos si no quieres perder tu tiempo...

Tiene razón, no vale la pena.

-- Aunque, si te soy sincero... --Matt retoma el hilo de sus declaraciones-- Está buena y sin duda, debe ser buena en todo lo demás.

Me da asco como puede pensar de ese modo de una chica como ella, es decir, no es que yo no haya pensado de ese modo de su novia, pero ella, ella... Me vale mierda, el no puede pensar así de esta chica.

-- Dime su nombre --suelto.

-- Consíguelo tu mismo.

Dice antes de levantarse algo enojado dirigiéndose a la puerta de entrada. Algo me hace creer que la quiere para el, no si antes yo lo impido.

Y lo haré.

Paso la siguiente clase pensándola, no la vi durante el almuerzo, ni tampoco en las otras clases, no sé que me hizo pensar que estaría en alguna de las mediocres clases que yo escogería para aprobar el año, sin duda ella es más brillante que eso. Me llaman la atención bastantes veces en el ultimo periodo, me estoy quedando dormido, pero no puedo sacar su rostro de mi cabeza. Me despierta el golpeteo de la puerta del salón en horario de fotografía, se levanta uno de mis compañeros aledaños a abrir.

-- ¿Son horarios de llegar señorita Jones? --el profesor responde a cualquiera de las perras que se ha quedado enredada en los brazos de un tipo y está llegando tarde.

-- Lo lamento.

Y entonces lo sé. Retiro lo dicho. Retiro lo dicho. Retiro lo dicho. Esa angelical voz solo podría pertenecer a alguien tan perfecta como la melodía armoniosa que hace eco en el salón con esas dos palabras. Me volteo a verla, sigue tan hermosa a las seis y cuarto de la tarde como en la mañana.

-- Skyler.

La llama una voz desde un extremo de la clase y juro que estoy a punto de partirle la madre a quien sea que tuvo el valor de llamarla, antes de darme cuenta que era el profesor.

--Toma asiento por delante --indica apuntando el pupitre lateral al mío.

Y así tengo vista de ella toda la hora, y en mis sueños, y en la mañana siguiente.

Oh espera, ella no vale la pena. Ella es una antisocial. Pero que mierda estaba pensando ¿En besarla? Si parece un maniquí barato.

Es una perra, como todas las demás y veremos que clase de ETS tiene, que por lo demás no quiero que me contagie.

Almíbar {Fanfic}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora