Si había algo que expresara más felicidad de lo que era la cara de Hoseok mientras bailaba, Yoongi no podía recordarla. Al mayor le agradaba la pasión que ponía el chico, el esfuerzo, las ganas, la felicidad hasta cuando eran la 1 de la mañana y seguían dominando un nuevo baile. Notando todos los músculos de su cuerpo tensos y desgastados, pero no los que hacían que la sonrisa de Hoseok no desapareciera de su rostro. Y quizá pensaba en la emoción cruda que exponía el bailarín mientras movía con soltura y naturalidad cada una de las partes de su cuerpo, o quizá pensaba en lo bien que dormiría el menor una vez llegaran a la casa, y le tendría que despertar a regañadientes para que se levantara del sofá ya que la ducha estaba libre para él y oiría los quejidos al no querer moverse de allí y tuviera que llevarle de la mano hacia el cuarto de baño para encerrarle y no despegar la oreja de la puerta hasta que escuchara que había terminado su ducha y no se hubiera quedado dormido sin querer. Pero por una razón u otra el rapero mayor no podía apartar la mirada de su compañero y esbozar una sonrisa mientras seguía sus movimientos a través del espejo, observando pendiente. Porque no había mejor explicación a la felicidad que ver a Hoseok bailar.
