—¿Y qué sucede con el beso? — Pregunta Jonathan con tanta seguridad que me tomó desprevenido.
Para mi suerte mi jefe, Will se encontraba jugando otra ronda mario kart en el gamecube que habíamos encontrado hace un par de meses en la bodega.
—¿Qué hay con eso? —respondo actuando con la mayor normalidad que puedo fingir.
No estaba seguro lo que había pasado en la fiesta de Lea la noche anterior, lo mayor que recordaba era el momento que compartí junto a Jonathan en una de las habitaciones.
Un beso.
No sé qué había sido aquello, digo, no había estado mal, de hecho era el mejor beso de mi vida, pero aun así, era mi mejor amigo, que era esto.
En el silencio que se ha creado en unos segundos que se parece tanto a aquella vez que vi los miserables y solo rogaba por su final.
El primer sonido que existe desde mi respuesta es su celular, suena y suena, se resigna a contestar pero cede después de unos segundos de sonar.
—¿Sí? —Dijo con impaciencia—. Bien, voy sí—Cuelga y me mira con la misma mirada de ayer que me hizo ruborizarme—. Lo que hay con el beso, es que para mí importó, pero no sé qué pienses, Tobi.
Me mira, y no sé qué sucede, no sé qué pensar, que responderle, solo sé que, hay algo, he pensado en él en las noches que estoy conmigo mismo, y también puedo notar esa extraña electricidad que siento cuando nuestras manos chocan al caminar uno al lado del otro.
Pero no puedo, o no sé qué quiero, no en este momento en el que mi cuerpo solo quiere temblar en exceso pero no puedo hasta que él se vaya.
No puede quedarse más tiempo, lo veo en su mirada y se dirige a la salida del blockbuster.
—Hablemos en la noche, ¿sí? — Le suelto, salió de mi como un reflejo involuntario.
El asiente con una sonrisa que esconde algo que identifico como tristeza, es fácil saber que se siente así porque es el sujeto más alegre que conozco así que exprese una emoción así no es difícil de no notar.
En cuanto veo que sube al auto de su madre y sale de la plaza puedo dejar que mi cuerpo sea completamente nervios.
Apago el celular, no necesito este drama en este momento. Mi mente se siente saturada, vi a Tamara en la fiesta, estaba ahí y me saludó, mi corazón latió demasiado rápido, se sintió como en la secundaria.
Me encontraba confundido, lo que sentía por Tamara y lo que sentía por Jonathan(con él no era un manejo de nervios hasta ayer) eran cosas distintas pero en ambos mi corazón se aceleraba, pero ni siquiera sabía si algo de eso era como se sentía el estar enamorado.
Mi jefe sale de su bocina con un gran bostezo y estirando sus manos permitiendo ver la gran panza de ebrio que tenía que causaba que su camisa mediana de gerente se le viera bastante apretado.
—Escuche a Jonathan, ¿dime que no le has dejado una película gratis? —Pregunta entrecerrando los ojos sin confiar en el hecho de que nunca lo he hecho.
—No, ha venido a decirme algo.
—¿Y que ha sido ese algo?
Los terceros clientes del día entran, son una pareja de ancianos, mi jefe y yo soltamos un alegre saludo, y estoy alegre porque eso evitara las preguntas.
Me mantengo distraído porque aquel día tiene más clientes que de costumbre, unas ganancias extras al último blockbuster del país el cual se encuentra en la ligera línea entre quebrado y ganancias suficientes.
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La ciudad de los infinitos /Editando/
Short StoryDurante la secundaria, Tamara y Tobias eran los mejores amigos, leales e inseparables, pero solo había un problema, él estaba profundamente enamorado de ella pero nunca fue capaz de decirle lo que sentía. Ahora, años después ambos se encuentran en s...