Fue entonces cuando cogí la piedra que estaba apuntó de tirarle y por mi fuerza de voluntad no se la lancé, pero apreté la piedra con tanta fuerza para aguantarme de la rabia que tenía, que me sangro la mano.

Rabia
Fue entonces cuando cogí la piedra que estaba apuntó de tirarle y por mi fuerza de voluntad no se la lancé, pero apreté la piedra con tanta fuerza para aguantarme de la rabia que tenía, que me sangro la mano.