CAPÍTULO 2

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Se ajustó más la bufanda ante la fría ráfaga de viento que lo aturdió.

Ese día de invierno nevaba bastante. Podía sentir la nieve chocando en su cara.

Dobby, su perro labrador, tiró del arnés guiándolo por la calle evitando que chocara con la gente o los postes de luz.

5 meses, 5 meses y aun no se había acostumbrado. Nunca lo haría del todo realmente.

Un joven alborotador pasó por su lado con brusquedad sin darle tiempo a reaccionar ni al perro ni al resto de la poca gente que lo rodeaba. Luffy cayó con estrépito ante el choque y dio de culo en el suelo nevado haciéndose un poco de daño.

-- Mierda. -- Murmuró molesto.

Su fiel amigo no tardó en socorrerlo comenzando a lamerle la cara.

-- Ya, ya, ya.

Lo acarició con ternura sin preocuparse por levantarse todavía.

-- ¿Estás bien?

Escuchó entonces la voz que reconoció al instante. Hacía tiempo que no se encontraba con él.

-- Law. -- Sonrió. -- Sí, estoy bien, tranquilo.

Se levantó con la ayuda del hombre y buscó a tientas el arnés de su perro que aun se encontraba a su lado.

-- Menudo maleducado, debería darle vergüenza. -- Protestó el otro sacudiéndole la fría nieve del abrigo.

-- Da igual, probablemente no se dio cuenta.

Law acabó su trabajo y lo miró con una sonrisa.

-- Bueno, ¿Y cómo te va todo? ¿Cómo lo llevas?

-- Bueno. -- Suspiró haciendo un moín con los labios. -- Va, a quien voy a engañar. Nada bien. Aun no me acostumbro a esta mierda y mi madre sigue en coma sin señales de mejoría.

Law no dijo nada por un momento, no sabía que decir realmente.

-- ¿Te apetece tomar algo y hablamos un poco? -- Argumentó entonces.

-- ¿Qué hora es?

-- La 5:00 p.m.

-- Aun me queda un rato antes de ir a mis clases. Vale, ¿a dónde vamos?

-- ¿Vamos al Baratie?

-- ¡Sí! -- La cara del menor se iluminó. -- ¡Así saludo a Sanji de paso!

Sin más que decir se dirigieron al lugar mientras seguían charlando.

-- ¿Y cómo es que estos dos últimos meses no has ido al hospital?

-- Porque me vinieron los exámenes teóricos y tuve que dejar las prácticas de doctorado por un tiempo.

-- Ohm.

Llegaron a la cafetería y se sentaron en una de las mesas de la terraza.

-- Que fría tarde ¿no?

El moreno menor se cruzó de brazos arropándose de la fría nieve.

-- Sí.

Se quedaron un rato allí sentados rodeados por un silencio incómodo. Al final el ojeroso tomó la iniciativa llendo directamente al grano.

-- ¿Luffy qué tal llevas lo de tu ceguera?

-- Mal. No te voy a mentir. No soy capaz de acostumbrarme a esto. -- Suspiró frustrado.

-- Debe ser duro.

-- Lo es. Pero bueno, también tiene sus ventajas. -- Sonrió algo agraciado.

Se mis ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora