El hombre que nunca se fue.
En las sombras de su habitación Oralia aun sentía esa presencia extraña. Como si alguien la observara desde cada rincón de su propia casa. Había tomado la decisión de ponerle fin a su relación con Brandon una semana atrás y desde entonces su vida se estaba convirtiendo en un extraño episodio de psicosis. Él no protestó mayor cosa cuando ella le informó su decisión al terminar la cena, de hecho, Oralia aun resentía que no hubiera luchado más por retenerla, ese asunto era el que más la molestaba, la indiferencia con que Brandon había tomado las cosas... ella creía recordar más al respecto pero por ahora todo parecía entre nubes.
Su relación había durado poco más de año y medio, aunque al principio Oralia se sintió feliz de contar con alguien en su vida, poco a poco se fue dando cuenta de que él no la veía igual, daba más la apariencia de estar viviendo el momento sin darle mucho valor a la relación. Ese desgaste hizo mella en su corazón y de a poco fue dándose cuenta de que no podían seguir así. Después de pensarlo detenidamente llegó a la conclusión de que si ponía a Brandon contra la pared el reaccionaría y se afianzaría su unión, tal vez hasta se casarían. Pero él pensaba distinto.
Ya eran 8 días de ausencia, Brandon se fue... y se quedó, Oralia sentía claramente a quien fuera su compañero, sentado en la sala, durmiendo en la recámara o tomando un café en el comedor, ella no sabía cómo sacudirse esa sensación, ya era muy duro vivir con su recuerdo, finalmente debía pasar por ese proceso de pérdida y lo entendía, pero esto... esto era muy distinto, ÉL seguía ahí. Cada vez que ella se desplazaba de un sitio a otro en su propia casa cargaba literalmente con Brandon, era más que un fantasma, sentía su mirada fija en ella, de vez en cuando le escuchaba musitar su nombre con un tono de reproche: --Oralia ¿Por qué?—
Ella suponía que ese imaginario reclamo era en razón de su rompimiento con Brandon, que finalmente él había terminado por darse cuenta de que la necesitaba y ahora le suplicaba volver a sus brazos para reiniciar su vida juntos. Pero no, se había ido... y permanecía ahí. Oralia se acercaba al borde de la locura, ahora realmente deseaba que él se fuera para siempre, que ya no atormentara su corazón, su angustia ya no era sólo por añorar al ser amado que nos abandona, esto era más oscuro, el ser amado se había quedado, pero no como ella quisiera.
Fuertes golpes azotaron a su puerta y Oralia corrió desesperada a abrir, ya no quería seguir en esa casa,ya no podía más con esa presencia que le reclamaba una y otra vez sin que ella pudiera entender la razón del reclamo. De manera brusca entraron hombres uniformados y armados que la apartaron del camino. En su confusión Oralia pudo ver que aquellos intrusos se llevaban finalmente a... ¡Brandon! No estaba loca...él se había quedado todo el tiempo con ella. Se sintió aliviada ante la solución del misterio y dócilmente permitió que se la llevaran también.Mientras la escoltaban regresó mentalmente a esa noche y el difuso recuerdo se aclaró repentinamente. El brillo de los cubiertos sobre la mesa, Brandon aceptando irse, el cuchillo en la mano de Oralia y el golpe que segó la vida del hombre que nunca se fue.