1.Paso a la acción

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Aquel día me fijé en un detalle tan grande como lo es el cielo, y me percaté de que lucía tan oscuro que juraría que en cuestión de segundos acabaría por engullir a la tierra si es que aquello era posible. Sin embargo no llovía, la temperatura era media y a penas soplaba el viento, algo tan extraño como desconcertante.

No obstante nada me impidió salir a la calle ya que, nada más y nada menos, se trataba del día de la graduación. La universidad no era más que el pasado y aquel día recibiría el título de graduada en criminología, era todo lo que quería en aquellos momentos. Lo siguiente sería ingresar en el cuerpo de policía y, con suerte más adelante, entrar en el FBI.

Todos lucían elegantes con vestidos de fiesta y los birretes que me recordaron al final de la secundaria, buenos tiempos pero feliz de haberlos pasado. Divisé a Crystal, la chica con la que había entrado en infantil y con la que salía de la universidad, sí, esa misma.

-¡Hola!¿Entusiasmada por obtener tu título?-pregunté con una gran sonrisa en el rostro.

-Echaré de menos esto, es como dejar atrás ser una niña...

-Oh, vamos, sin sentimentalismos-bufé riendo.

Esta alzó las manos mientras sonreía. Sentí un agarre en la cintura y me giré para dar con Trevor, quién depositó un suave beso en mis labios.

-Esto parece el maldito fin del mundo- comentó mirando al cielo, el cuál parecía oscurecer por momentos.

-Ojalá, si así Sam y Dean hacen una aparición por aquí, porque realmente estoy más sola que la una- suplicó Crystal.

-No seas tonta, me tienes a mí...Y aléjate de Dean-dije desafiante.

-Todo tuyo-señaló.-Sabes que soy Sam girl.

-¿Otra vez con esa maldita serie?. Estáis obsesionadas a lo basto. ¿Debería tener celos de ese tal Dean?

-Deberías, sólo tienes que mirar lo bueno que está...madre mía-suspiró Crystal.

Trevor rodó los ojos cansado y reí, era un niño pequeño pero agradecía que aceptara nuestro fanatismo por aquella serie, la cuál se había convertido también en gran parte de nuestra vida. Nos dispusimos a sentarnos en nuestras sillas respectivas en la gran sala de conferencias de la universidad y los aplausos inundaron el lugar al ver a la rectora subir al escenario.

Esta comenzó a hablar del paso de nuestras vidas y de la educación en ella, de nuestro futuro y de qué deberíamos hacer de ahora en adelante. Entonces ocurrió: un fuerte estruendo sacudió el lugar y la sala entera entró en pánico. No sabía que estaba ocurriendo, tan sólo hice como los demás y me tiré al suelo bajo la silla quedando frente a frente con mi amiga, quién estaba tan asustada como yo.

El estruendo sólo quedó en aquello: un terrible susto, por lo que en cuestión de minutos todos nos levantamos preguntándonos si aquello era lo que parecía, ósea, un terremoto.

-Que no cunda el pánico, necesito que salgáis ordenadamente y sin empujar del establecimiento por favor- anunció la rectora.

Y así hicimos, Trevor me agarró del brazo para que no me separase de él y llegamos hasta la salida. Pero la situación empeoró. Era una masa oscura lo que en aquel momento cubría todo el cielo interrumpida por pequeños rayos que caían no muy cerca del lugar. Entonces divisé a un hombre corriendo con una gran pancarta en la mano a la vez que gritaba:

-¡Es el fin de los tiempos!¡Dios está desatando su ira e iremos al infierno!

-Hoy en día hay de todo suelto por la calle-comentó Trevor en voz baja.-Seguro que se avecina una tormenta.

By your side » D.WDonde viven las historias. Descúbrelo ahora