Más allá de la patria

34 3 0
                                    


Marne, Francia. Septiembre 4 de 1914

Amada Eléonore:

Es tan difícil escribirte esta epístola con el sonido de todos esos cañones aun retumbando en mi cabeza. No puedo ni siquiera dormir recordando aquellos rostros que me suplicaban por su vida y a quienes yo, por amor a mi patria no se las pude perdonar. A veces creo que más que patriotismo, es el deseo de volverte a ver el que me mueve dentro de este infierno. Anhelo con todo mi corazón volver a nuestra granja y abrazarte con todas las fuerzas que mi alma me permita externar, ver correr al pequeño Jérémie detrás de su cabra y ayudar a Kina a terminar sus labores antes de que el sol se oculte tras la montaña.

He sufrido bastante todo este tiempo. Ayer tuve que observar cómo expiraba la vida de dos de mis hombres frente a mi rostro. Uno de ellos tenía los pies completamente desechos, así que me vi en la dolorosa necesidad de acortar yo mismo su agonía... Fue la decisión más difícil que he tomado después de alistarme. El otro había sido acribillado en el pecho en repetidas ocasiones, y tenía rasgos de golpes en la cara, los ojos completamente desorbitados y uno parecía casi salirse de la cuenca.

Me gustaría que esta carta fuera distinta a las anteriores, poder hablarte sobre que vienen tiempos de paz y que sólo es cuestión de días para que podamos estar juntos, como debimos haber estado siempre, pero para serte sincero, no estoy seguro ni siquiera de regresar a casa, me duele no poder estar en tu regazo, escuchándote leer ese libro que tanto me gustaba.

Mañana se espera un ataque por parte de los alemanes, y, aunque, estamos ya listos para defendernos, un miedo enorme recorre todo mi cuerpo, uno que no he sentido en ningún momento de mi vida, no antes de este... Querida madre, si ya no regreso, no quiero que flaquees, quiero que cuides de mi padre enfermo y de mis dos hermanos, pues sé que ellos cuidarán también de ti. No llores por mí si eso sucede, sabíamos el riesgo que estaba tomando cuando partí, confío en que eres una mujer fuerte pues así me lo has demostrado desde que tengo memoria y yo he aprendido todo lo que he podido de ti, pero hay cosas que un hombre tiene que aprender por sí mismo, cosas que yo estoy aprendiendo dentro de esta guerra. Agradezco las fotos que me enviaste la semana pasada, es una motivación enorme ver a toda mi familia apoyándome y alentándome para luchar por nuestro país y para poder volver a estar juntos y en paz. Madre, las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos al recordarlos... Por favor, dale un beso enorme a mis dos tesoros y a ese hombre recio que cayó en manos de esa maldición, dile que admiro mucho su resistencia y que espero pronto volver para por fin poder pagar su tratamiento.

Tu honorable soldado: Louis-Philippe Boissieu.

Historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora