More than sex

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¿Con cuántos se había acostado ya? ¿Cinco? ¿Seis? Probablemente ya había pasado de esos números en lo que llevaba de la noche, no recordaba.


Giró sobre aquella cama King Say enredando su cuerpo desnudo con las sábanas de acabado chino, suspirando unas dos veces al sentir su cuerpo magullado debido a la violencia con la que sus clientes lo trataban, ser Omega realmente era algo en esta vida. Los inhibidores no funcionaban de manera correcta sobre su cuerpo, sus hormonas estaban como locas y las fechas de celo siempre variaban, nunca sabía cuándo iba a ser el siguiente.

Por lo tanto lo único que le quedaba era trabajar en aquel asqueroso prostíbulo de primera, con todos los servicios a su alcance y una buena paga de por medio gracias a los clientes millonarios que tenía, pero al fin y al cabo prostíbulo.


Miró al techo pensando en lo caliente que había estado y en que el celo realmente cambiaba su forma de ser y actuar volviéndolo una completa puta. Tal vez realmente debería de conseguir una pareja, un Alfa que satisficiera sus necesidades, que le acompañara cuando su cuerpo ardía en el deseo, que sólo lo mirara a él y no a ninguna perra cualquiera, bueno, aunque él no se quedaba muy atrás de volverse una si seguía a ese paso.

Pero encontrar un Alfa que fuera leal era muy difícil en estos tiempos, era como buscar una aguja en un pajar. Hijos de magnates, comerciantes, empresarios, etc., era lo que le esperaba a él, sin embargo, acercarse a uno era completamente difícil y él era un Omega, eso le daba puntos negativos a su posibilidad de amarrarse a uno firmemente.

Tal vez realmente no estaba destino a encontrar un Alfa así, posiblemente su vida sólo se basaría en vender su cuerpo cada que se encontraba en celo.


Decidió que lo mejor era darse una ducha y despejar su mente de todos aquellos pensamientos que seguramente jamás se harían realidad. Una vez fuera del baño su cuerpo desnudo se encaminó a la soledad de aquel cuarto, tomó el kimono que estaba en el perchero y pasó las mangas de aquella fina tela por sus delicados y lechosos brazos, peinó su cabellera y arregló su aspecto con un poco de gloss en los labios. Dio un último vistazo a la habitación, observando todo los condenes tirados en el bote de basura.


- Asqueroso - murmuraba como siempre al terminar su acto sexual.


Agarró la tarjeta de la habitación y salió de allí. Observó el pasillo de madera y las demás habitaciones enfrente y a lado de la suya, su manga resbalaba ligeramente, pues le quedaba grande, dejando a la vista un pedazo de su hombro, un apetitoso, suave, y lechoso pedazo de piel.


Sus pies descalzos lo llevaron a la recepción, notando que no era el único Omega en el lugar; todos vistiendo con kimonos de distintos colores ya que era una regla de aquel prostíbulo.


- Toma, aquí está tu paga - Wonwoo, el hijo del dueño del lugar, le extendió un sobre amarillo con una fuerte suma de dinero dentro. Dio un vistazo al chico, era alto, pelinegro y de facciones frías, era un hombre sumamente atractivo, bien podría haberlo elegido como su pareja, pero no era un Alfa, era un Beta, y para acabarla no era su tipo, pues estaba casado.- ¿Qué miras? ¿Tengo monos en la cara?


- No - soltó una risita.- Pensaba en que si no fueras mi amigo, y fueras un Alfa, tal vez ya me habría acostado contigo - sonrió con picarda, mordiéndose el labio.


- Sigue soñando, princesa con complejo de diva. - Jeonghan observó al alto con una típica cara de fastidio, preguntándose cómo el pelinegro podía aguantar los ataques de celos de aquel castaño del tamaño de un poste.- Este hombre es mío, ¿entendiste? - la mejilla del pelinegro sonó al ser besada y su trasero recibió una nalgada seguido de ello.

α ALFA & OMEGA Ω [JeongCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora