—Te escapaste. Huiste como el cobarde que eres. —Nilia sonaba dolida—. Tuviste suerte de poder salir volando. Yo tenía las alas rotas.
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—Te escapaste. Huiste como el cobarde que eres. —Nilia sonaba dolida—. Tuviste suerte de poder salir volando. Yo tenía las alas rotas.