En la época de invierno, una eriza había llegado al mundo, siendo así apodada como la eriza del invierno.
Perteneciente a la realeza, todo habitante del reino Valermont sabía sobre su existencia.
Desde una temprana edad había comenzado con un entrenamiento para ser capaz de defender mi tierra en caso de ser invadida por otros guerreros.
Valermont no era perteneciente a la tierra, era un lugar retirado de ella, uno que se encontraba hasta el siguiente extremo del universo.
Siendo heredera de una gran responsabilidad que se me otorgaría en el futuro, tenía que fortalecer los poderes que poseía en mi ser.
Mi madre fue asesinada por el mandato de algún rey.
La noche en la que había sucedido todo, ella fue encontrada en el suelo sin vida con una daga en la mano, el asesino quería encubrir todo este escándalo queriendo darnos la impresión de que la reina lo había hecho sola.
El rey sabía que su esposa no era capaz de cometer semejante atrocidad, así que, en cuanto la noticia había salido a la luz, inmediatamente mandó caballeros en busca del culpable, al cual lamentablemente, nunca encontraron.
Desde aquella noche hice un juramento ante la luna, prometiendo que mi reino no volvería a ser traicionado de esa manera, mientras que la hija de la reina, cumpliría con el destino de vengar a su madre.
Día tras día no me perdía de los entrenamientos, tomé el carácter duro de mi padre, mostrando firmeza y capacidad para manejar este reino en cuanto fuera mi momento.
Mi propósito era darle seguridad a los habitantes, demostrarles que tenía la misma capacidad que mis antecedentes para manejar una responsabilidad grande.
La imagen de una dulce niña me fue arrebatada en el momento dónde debía de hacerme cargo de mi misma. Si era bien cierto que aún contaba con un padre, él aún mantenía el cargo de ser rey, por lo que su responsabilidad mayor era ver por el reino.
El reino de Valermont había cambiado desde la noche roja en la que pasó toda esa tragedia. La luz del sol no solía llegar mucho por acá, por lo que todas las noches eran noches de invierno.
Mi reino parecía ser un reino fantasma, dónde la pena y el dolor caminaban por las calles.
( ... )
Sentada en la cama de mi habitación, leía uno de los libros que había tomado de la biblioteca.
" La Luna Roja. "
Era una novela un tanto ficticia dónde hombres lobo y vampiros yacían presentes. No era un género literario que me gustará mucho, pero no veías este tipo de contenido en mis tierras, por lo que me causaba intriga saber en qué consistia.
El sonido de un golpe en la puerta de madera hizo presente, llevando mi atención hacía ella.
Aclaré la garganta y hablé lo suficientemente fuerte como para ser escuchada hasta por el otro lado.
- ¿Sucede algo?
- ¡El rey solicita su presencia, señorita!
No era capaz de visualizar al cabello detrás de la puerta, pero se que estaba haciendo una reverencia en señal de respeto.
- ¡Ahora voy, gracias por el mensaje!
Dicho esto cerré el libro que minutos atrás estaba leyendo.