tu fantasma sigue aquí, me quema, me ata, me escupe lodo, descuartiza lo que llevo adentro y se burla. Brinca en mi cama, me jala el el cabello, araña mi espalda, muerde mis muslos, se viene en mi vientre, duerme a mi lado, me recita alguno de los poemas que me escribio y se va.
Amanezco fría, tengo la cara palida y los ojos rojos. Hago un p poco de té, de ese que tu me regalaste, observo tu ausencia. Me siento sobre la cama, deambulo torpemente sin prender las luces, mi casa huele a encierro. A romero fresco y albahaca. A té recién hecho.
Quiero ordenar las ruinas que dejan tus mensajes. Separar el daño en carpetas. Archivar las lágrimas, los insultos, los abrazos, las fotos viejas donde mi cabello cubría mis ojos y la risa de tus bromas iluminaba mi rostro. Evito escuchar aquella canción que me recuerda a ti.
Intento romper la rutina. Despertando siempre con la impresión de echarte del todo, por una vez y para siempre y no volver a contestar:
-Sigo pensando en ti.
