Capítulo 1. Menta y chocolate

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Capítulo 1. Menta y chocolate.


Su mundo era oscuro, todo a su al rededor era tan negro como la noche. En su mundo no había ni una gota de luz, de brillo o de color.Oscuridad, solo existía la oscuridad. Seung Hyun había nacido ciego. Era un alfa pura sangre ciego.

Algo inconcebible para un humano perfecto como debían ser ellos. Ellos sobresalían en la pirámide. Tenían que ser sanos, fuertes, dominantes, para así poder someter y proteger a su sumiso omega.

El haber nacido ciego había hecho que la parte del cerebro que se dedica a la visión, se volviera más sensible al sonido y al olfato. Sus sentido estaban tan desarrollados que era algo casi irracional. Podía detectar olores que eran imposibles para otros alfas o escuchar susurros casi mudos.

Por culpa de su gran defecto, Seung no se salvaba de las burlas de los compañeros alfa y betas, ni su estatus de alfa pura sangre, ni la economía de su familia hacían que se librara de eso. Los omegas no se burlaban de él, claro que no, a pesar de todo seguía siendo un alfa, pero ellos hacían algo mucho peor, ignoraban completamente su existencia. Y es que claro, ningún omega quería tener algún tipo de relación con esa clase de alfa. Estaba condenado a vivir solo,sin poder procrear y tener una hermosa familia.

Pero Seung a sus nueve años de edad, era una persona fuerte. No se dejaba intimidar, no agachaba la cabeza. La vida había hecho que madurara muy rápido. Pero a pesar de todo él era feliz. Sí, muy feliz.¿Cómo podía estar feliz un alfa que estaba condenado a vivir solo?. Simple y sencillamente porque no estaba solo.

Fuera de los muros del colegio, de los muros de su casa, el tenía un pequeño amigo omega. Su familia no conocía de la existencia del otro, ya que al ser un omega, no dejarían que fueran amigos, ya que era de la raza inferior.

A Seung no le gustaba ir a los parques, ya que ningún niño quería jugar con él. Cuando era pequeño eso le afectaba mucho, él quería ser igual a todos lo demás. Jugar, correr, saltar, reírse, quería hacer todas esas cosas. Siempre se lamentaba y lloraba por no haber nacido como los demás, por no ser normal. Él tendría que ser temido, alabado y adorado. Pero era todo lo contrario. Con lo años se dio cuenta que eso no podía ser así, que estaba condenado a vivir en la soledad absoluta.

Lo que no sabía era que, un día que había sido obligado a ir al parque, se iba a encontrar con la persona que iba a traer la mayor delas felicidades a su vida. Sí, se habían conocido en un parque cerca de su casa, un año atrás. Él estaba sentado en unos de los bancos un poco apartado del parque. A lo lejos se escuchaban las risas de los demás niños jugando. Escuchó que unos pequeños pasos se acercaban y un singular olor invadió sus fosas nasales.

Los pasos llegaron hasta su lado- ¿Por qué estas aquí solo?- Una vocecilla aguda rompió el silencio.

-Nadie quiere jugar conmigo.

- ¿Porqué? -Preguntó inocentemente el niño.

-Porque soy defectuoso- Contestó secamente.

En niño se bajó del banco y se paró frente al otro. Lo miró de arriba a abajo y coloco una de sus manitas encima de la del otro, que estaba apoyada en la rodilla- Yo no te veo ningún defecto. Eres muy guapo- Pronunció mientras apretaba la mano.

Seung sonrió levemente, más no dijo nada- Yo me llamo Yongie y tengo cuatro años- Continuó hablando el niño- ¿Quieres ser mi amigo?-Preguntó en un susurro.

Aunque lo había pronunciado muy bajito, Seung escuchó perfectamente la pregunta. Sintió un leve golpeteo en el corazón- ¿Quieres ser amigo de alguien como yo?- Preguntó un poco temeroso.

Tu olorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora