¿Me recuerdas?

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"Su sonrisa, su mirada, sus gestos.. todo en él era diferente casi irreconocible"

"¿Acaso actuaba así conmigo?"

El choque de ambiente era evidente; se podía notar como ante sus ojos se vivía una alrededor más ligero, lleno de risas; un mundo solo para ellos. Mientras, Star tenía bajo sus hombros una pesadez, a su alrededor se sentía un umbral lúgubre tanto que los ojos se le llenaron de lágrimas. Su mejor amigo estaba enfrente , a menos de unos metros pero se sentía tan alejada que nunca podría alcanzarle.

Un eco, eso causaba un eco en su cabeza, su nombre se escuchaba por todos lados, mientras como se alejaba, ella seguía tan lejos. Sus movimientos fueron tan bruscos como para causar que cayera al suelo, de inmediato despertó con la mirada hacia el techo.

  — ¿Era un sueño? — musitó levantándose del suelo, unos pasos se oyeron al otro lado de la pared seguido de unos toques. — Esta abierto 

  — ¿Star? ¿Qué sucedió? Todos escuchamos un golpe...— antes de proseguir, miró detenidamente la apariencia de Butterfly, además del desorden en su cama — ¿Te caíste de nuevo? Star...recuerda que aquí nadie va a sujetarte...

Marco soltó un gran suspiro, dio media vuelta en dirección hacia la puerta — El desayuno está listo, baja rápido para irnos a la escuela

Todo parecía normal, ahí estaba Marco Díaz regañando a primera hora del día, no pudo evitar sonreír de la emoción. Se encaminó hacia su varita, con ayuda de su fiel magia podría estar lista en unos segundos y así fue, la vestimenta usual y divertida de la princesa de Mewni se hizo presente literalmente en un movimiento rápido de mano. 
Con su alegre actitud, Star bajo de las escaleras acompañada de los cachorros, los padres de Marco saludaron como es usual.

  — ¡Marco! ¿Tú nunca te alejarás de mí verdad? — comentó Star una vez que tomó asiento en la mesa, además de no quitarle la mirada fija al castaño que solo llevaba una cucharada de cereal a la boca

— ¿Qué? ¿Por qué dices eso?

— Solo prometelo, Marco Díaz — en un movimiento, Star se levantó para sujetar la mano del contrario, solo para colocarla sobre la varita —  Ahora sí, juralo ante mi varita

—  Star, no se que es lo que planeas pero sí no comes rápido llegaremos tarde y no pienso poner en riesgo...— esos ojos,la mirada que tenía Star le impidió seguir hablando, respiró profundo — Juro ante la varita que nunca me alejaré de ti Star

Los ojos de Star brillaron, tenía una sonrisa de en par en par, solo con escuchar aquello la horrible pesadilla se había difuminado, era solo un día completamente normal para hacer algunas cosas divertidas junto a su varita, ahora solo faltaba devorar el plato de cereal que estaba justo enfrente suyo.

Marco observó la hora, sin decir más se levantó jalando del brazo a la pobre Star quien apenas había levantando la cuchara. Era más de la hora correspondiente para salir en dirección a la escuela y entre regaños se apresuraron a montar la bicicleta. 

  — Deberías levantarte más temprano, ¿No puedes poner una alarma o algo así?

Todo el camino se oían los quejidos del pobre castaño, quien con fuerzas pedaleaba con todo lo que podía. Era evidente que no llegarían a tiempo a ese ritmo, por lo que sin dudar Star colocó su varita detrás suyo para después invocar una especie de rayo multicolor; el cual aceleró más de lo debido la bicicleta, tal vez la ojiazul podía soltar unas risas pero Marco se sujetaba fuerte del manubrio esperando no tener un accidente.

  — Uhm..¿Marco? La campana está por sonar...— exclamó Star picando la cabeza del contrario quien seguía pegado a la bicicleta, a tal velocidad ya habían llegado en un abrir y cerrar de ojos a su destino.

Tardó en reaccionar, pero una vez que soltó su amada bicicleta roja, corrió hacia el salón, si no fuera por el incidente él no hubiera llegado antes que el profesor, ante todo el alboroto solo puedo soltar un largo suspiro en su pupitre listo para tomar la clase. La creencia de que las horas pasan más lentas en la escuela era verdad, puesto que no habían pasado más que dos horas y sentían la eternidad justo en sus hombros y lo único que podría remediarlo sería la campana, la cual no tardó en sonar.

— ¡Marco! ¡Marco! Deberíamos ir a esa nueva heladería que abrieron..dicen que puedes pedir un barquillo con más de 3 bolas de distintos sabores...— la boca se le hacía agua solo podía imaginarse tal majestuosa obra de arte — ...que loco...

  — Creo que paso, debo realizar unas tareas antes de ir a casa, si no quieres venir puedes regresar a casa sola.

Marco salió sin decir más con algunos libros entre las mano, debía ir a la oficina del profesor para entregar algunos informes atrasados, estando tanto tiempo con Star había olvidado algunos deberes.

— Oh...entonces te acompaño, prometiste que no te alejarías de mi ¿Lo recuerdas? —  sonrió

El contrario sonrió de vuelta, ambos caminaban en dirección hacia la oficina, Star no paraba de hablar sobre los posibles sabores que pediría. Marco escuchaba atento, tratando de imaginar como sería el helado deseado de la rubia.Se veía la puerta estaba casualmente entre abierta, algunas voces se oían, mientras más se acercaban más curioso era el interés de saber quien estaría ahí. Sin embargo, por tener la cabeza en otra estación Marco terminó tropezando; los libros se alejaron. Había perdido la oportunidad de saber quien estaría dentro, debido a que es inusual que alguien más se haya quedado después de clases.

— Marco...¿Estas bien? — preguntó Star, mientras ofrecía una mano a Marco, él solo veía como una persona salía de la oficina y se alejaba, no pudo apreciar con detalle de quien se trataba debido a que Star estaba en su vista y por consiguiente tapaba la identidad.

—  Sí...— agregó, mientras levantaba de prisa los libros, una vez que recuperó lo encomendado se acercó a la puerta, y antes de tocar volteó hacia la dirección que huyó la persona.No sabía el porque, pero tenía una sensación familiar, aunque de inmediato lo olvidó una vez que el profesor gritara un "pase". Giró de la perilla y entró.

Inalcanzable Para mi VaritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora