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Nagito abrió ligeramente la cortina, para contemplar los finos copos nieve descender del cielo hasta fundirse con el frío almohadón blanco que el invierno japonés había cubierto por las calles.

Fue entonces cuando Hajime entró con una bandeja en sus manos, cuyo contenido era un tesoro líquido; un buen café para él y un chocolate para el albino.
Fácil y cuidadosamente se acomodó al lado de el albino en el sofá, vigilando no derramar ni una gota de el líquido caliente que llevaba entre las manos.

-¿Algo nuevo?- Preguntó el castaño tras estar adecuadamente sentado.

-Desearía decirte que sí, pero lo más inusual que he visto ha sido dos copos de nieve iguales...-Bromeó el oji-azulado.

-Es una faena que comienze a nevar el día de nuestra cita, la verdad...-Pronunció el castaño, dándole un sorbo al líquido caliente.

-Ya ves, no tengo suerte para nada...-Suspiró pesadamente el albino, tomando su taza entre las manos y disfrutando de la pequeña calidez que esta transmitía a sus manos.

Hajime suspiró, para luego esbozar una pequeña sonrisa.

-Siempre podemos...N-no sé, arreglarnoslas aquí...-Sugirió el castaño, coloreando sus mejillas de un tierno color rojizo.

El albino abrió los ojos de par en par al escuchar la proposición ajena, inevitablemente soltando una amortiguada risa.

-Pff...Bueno, todo depende de los planes que tengas para nosotros aquí, Hajime...-Murmuró provocativo el albino.

Hajime enrojeció.

-B-Bueno, no era ningún plan en especial, s-solo estaba pensando e-en...

-¿En sexo? Oh dios, no sabía que eras tan depravado, Hajime.- Soltó, como si realmente estuviese sorprendido o indignado.

-¿¡Q-Qué?!¡En ningún momento mencioné ni quise sonar a nada sexual!-Exclamó avergonzado el castaño.- S-solo quería probar a tener ese momento privado que tienen todas las parejas...Y-Ya sabes, besos y esas cosas...

-¿Ah?¿Por qué?- Interrogó inocente el albino.

-¿C-cómo que por qué? Porque obviamente te quiero, idiot-El castaño no pudo terminar su frase, ya que los labios del albino hacian presión contra los suyos propios, uniéndolos en un tierno beso.

Que pocos minutos duró, ya que el castaño se levantó de golpe.

-¿Mhm?¿Hajime?-Questionó el albino.

El nombrado se había levantado del sofá, completamente serio...
Y comenzando a quitarse el jersey.

Ya que no llevaba nada debajo, Nagito pudo admirar el torso ajeno, perfectamente definido por los buenos habitos.

Sin quererlo, las blancas mejillas del albino enrojecieron, viendo como el castaño se acercaba a el con el torso desnudo.

-¿Ha-Hajime?-Preguntó preocupado."No me digas que si que..."

-Idiota.-Se escuchó.

-¿E-eh?

-Por tu culpa derramé el café sobre el jersey. Idiota.

-V-Vaya, lo siento, Hajime...-Se disculpó, sin quitarle ojo a aquel torso tallado por dioses.

Vaya...qué suerte había tenido.

El Café De La Suerte. [KomaHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora