Llegué corriendo al salón B-14 con cinco minutos de retardo, abrí bruscamente la puerta, lo que causó que la mayoría de los presentes voltearan a verme; el aula estaba semi-llena... la clase había comenzado. Me disculpé con el profesor, al que pareció no importarle mi repentina llegada, e ignoré las miradas de mis nuevos compañeros, que por cierto teníamos algo en común, estabamos recursando la asignatura de matemáticas.
Tomé asiento en una banca vacía y presté atención a la clase que ya había sido retomada por el maestro, pasó una hora y la voz del profesor, (Un señor de edad avanzada) se volvió tediosa, sumémosle que nunca eh sido muy paciente, provocando que comenzara a desesperarme, así que decidí despejar mi mente y explorar el salón desde mi lugar, sólo con la mirada; descubrí nuevos rostros y otros tantos ya conocidos. Mi atención se centró en aquel chico callado que estaba al final de la fila de junto, que parecía no ponerle mucho interés a lo que el maestro explicaba, pero tampoco tenía intención de interrumpir su clase como muchos otros., simplemente permanecía observando y en silencio.
Como si mi mirada hubiese gritado su nombre, el cual yo aún desconocía, alzó la vista hacia mi y nuestras miradas por primera vez se cruzaron, nos contemplamos por cinco segundos, segundos que para mi fueron una eternidad; algún tipo de magnetismo ha de haber en ese par de ojos marrón ya que desde aquella fecha mis ojos siempre los buscan entre la multitud y yo, yo vivo perdidamente enamorada de él.