Lo sabemos todo de vosotros

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~Lara's POV~

Me despierto con dolor de cabeza, giro sobre mí misma en la cama para quedar boca-arriba y, tras frotarme los ojos con las manos para despejarme, extiendo mi brazo izquierdo para coger mi teléfono de la mesita de noche, pero para mi sorpresa mi mano choca contra una pared.

— ¡Ay!– exclamo a causa del golpe– este no es mi cuarto.

Está todo a oscuras, así que con cuidado me bajo de la cama y busco a tientas un interruptor con el que no consigo dar, pero por suerte encuentro mi móvil. La primera información que consigo sacar de él es que son las tres de la tarde, la segunda, que no hay cobertura donde quiera que esté.

Enciendo la linterna del dispositivo para no tropezarme y encontrar el maldito interruptor de la luz. Por fin lo encuentro al lado de la puerta, lo enciendo y confirmo que esta habitación no es de nadie que conozca.

Es completamente gris, sencilla, pero bastante grande (o esa sensación da la falta de muebles), solo tiene: un armario empotrado con puertas de cristal traslúcido, un escritorio con una silla delante de la pared contraria a la que estoy, la mesilla de noche en la que estaba mi móvil y la cama al lado pegada a otra pared.

Lo más curioso de la estancia es que tiene tres puertas blancas sin contar el armario: están la que supongo que es la entrada, junto a la que me encuentro, y otras dos al lado del armario con una separación considerable entre ellas, una por lógica debe ser el baño, pero, ¿y la otra?

Me acerco lentamente a la primera puerta con una mezcla de miedo y curiosidad, no tiene cerradura por la que pueda intentar ver qué hay al otro lado, asi que simplemente cierro la mano alrededor del pomo de la puerta y lo giro despacio para poder abrirla un poco.

Suspiro al ver que se trata del baño.

Parece el de un hotel, está impecable, todo decorado de blanco y los botes de gel, champú y acondicionador están en un único dispensador con dos separadores atornillado a la pared de la ducha.

Me apoyo en el lavamanos para calmar mi pulso acelerado y pensar. Fijo la mirada en el espejo que tengo delante, en mi ropa para ser exactos, ropa que por cierto tampoco es la mía. No me había dado cuenta hasta ahora de que estoy vestida con una bata de hospital.

¿Cómo he llegado hasta aquí? Vamos a empezar por lo último que recuerdo... Las piedras, las unimos en un pentagrama, nos tiraron a los siete al suelo y desprendieron una luz cegadora. Acto seguido me encontré en una cama que no era la mía.

Un ruido, una puerta abriéndose, a juzgar por la procedencia del ruido es la más cercana por la derecha. La puerta desconicida.

Busco algo que pueda servirme para protegerme del desconocido, pero lo único que tengo a mano es un bote de pasta de dientes, no me puede servir más que para una simple distracción, pero no dudo en cogerlo y abrir la tapa.

Por el espejo veo una figura, solo distingo que tiene un brazo en alto para atacar y un objeto en la mano. Cuando veo que se percata de mi presencia me doy la vuelta para encararle y aprieto el tubo de dentrifico haciendo que este acabe volando a la cara del sujeto, este gruñe con voz grave y se lleva las manos a la cara, antes de que le de tiempo a reaccionar y me ataque me abalanzo sobre él y los dos caemos al suelo.

Él grita, seguramente por la sorpresa y por el golpe, le cojo de las muñecas y le coloco las manos a ambos lados de la cabeza, usando mi peso para que no se pueda librar de mí tan fácilmente, además de intentar bloquearle las piernas con las mías.

Es entonces cuando me doy cuenta de que conozco a mi supuesto atacante y que su arma es un mando de televisión.

— ¿Leo?– pregunto sin saber muy bien qué decir. Él se deshace de mi agarre y me tira a un lado de su cuerpo.

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⏰ Última actualización: Jul 19, 2019 ⏰

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ASIE: El pasado que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora