Había una vez un chico que todo le salía mal, no tenía talento en la música, la actuación o los deportes, se sentía inservible pues consideraba que no podía hacer nada bien, en la escuela siempre se burlaban de él, escuchaba a los demás hablar sintiendo que era apuñalado por tantas cosas de las que hablaban por lo que día a día intentaba destacar sin logro alguno.
Un día mientras paseaba por el parque pensando que podía hacer para mejorar en los deportes y ser elogiado por su padre, el cual consideraba a los deportistas como lo mejor, su mirada se topo con una chica gitana que usaba el cabello hasta los hombros y un vestido verde, con una gabardina negra que cubría hasta sus muñecas, combinaba perfecto con el contorno de su cuerpo, el chico paso a un lado de ella y observo que mantenía en sus manos una libreta que parecía desgastada pro los años, pero que mantenía en sus manos con recelo llamando la atención del chico.
Pasaron los días y el chico se había acostumbrado a ver a la chica sentada en una banca con la libreta en manos a veces observando el paisaje, otras veces con la mirada clavada en él y con una pluma moviéndola con tal sutileza sobre las hojas, la curiosidad lo invadía pensando que era lo que esa persona escribía con tanto empeño, el chico no podía dejar de pensar en los movimientos de la mano de la chica, en la mirada profunda en las hojas, en las sonrisas que escapaban de sus labios como si tuviera bellos recuerdos que la invadían a momentos, el chico comenzó a pensar en acercarse a ella, pero cuando por fin agarraba valor la chica se levantaba y caminaba hacia las afueras del parque.
Un día el chico se sentía desanimado, las burlas de sus compañeros, la presión de los exámenes y las palabras de su padre "Deberías practicar algún deporte, en vez de estar metido en esos libros" resonaban en su cabeza, llego al parque después de la escuela y vio a la gitana sentada en la banca mas vieja y maltratada, los delincuentes la habían marcado con sus firmas, pero era la única que se encontraba en medio de dos árboles y tenía una bella vista hacia el centro del parque, el chico se armo de valor y se acerco sentándose a un lado de ella, la gitana ni siquiera despego su mirada de aquella libreta, sus manos sosteniendo un lápiz seguían moviéndose a un ritmo artístico sobre el papel, la presencia del chico ni siquiera la inmuto.
El chico se quedo mirándola pasar los minutos moviendo su muñeca sin despegar la mirada de aquella libreta, dejaba tranquila su muñeca cada 3 minutos en los que su vista se posaba hacia el horizonte por unos momentos y retomar el movimiento, el chico se percato de que las hojas de la libreta estaban llenas de letras y se sorprendió ya que la gitana pasaba horas sentada y escribiendo, la intriga era grande ¿Qué era lo que escribía en esa libreta?
La gitana giro y miro –tienes mucho mirándome, todos los días te he observado, ¿te molesta mi presencia como a otros?-, el chico extrañado contesto –no, me ha llamado la atención que pasas horas sentada escribiendo en esa libreta, me ha dado curiosidad saber qué es lo que escribes en ella-, la gitana sonrió y acerco la libreta a ella para que el chico pudiera leer, en ella estaban diversos versos escritos de una forma en la que el chico jamás había leído, -¿Qué es?- pregunto el chico, -mis sentimientos, pensamientos hechos versos en un trozo de papel- contesto la chica.
-¿Por qué escribes todo es?- pregunto el chico a la gitana mientras la veía asombrado, -muchas veces las personas me han insultado por ser gitana, por la forma en la que me visto, el color de mi piel, etc. Eso ha provocado que suelte lagrimas, pero encontré el modo de no mostrar a nadie mi debilidad, escribiendo lo que siento o pienso, vengo a este lugar todos los días cuando tengo problemas en casa, cuando salgo y la gente empieza a mirarme y a susurrar, este lugar es tranquilo y me gusta sentarme a dejarme llevar por la brisa y dejar que las palabras corran al papel-contesto ella mientras le sonreía al chico, este a modo de respuesta le sonrió también.
Al siguiente día el chico llevo un cuaderno, se sentó esperando a la gitana y recordó sus palabras, cerró los ojos y sintió la brisa del viento pasar por sus mejillas moviendo su cabello, respiro hondo y abrió los ojos centrándose en las hojas en blanco de su cuaderno, comenzó a escribir en ellas pero tenía dudas ¿Qué debería escribir? ¿Será tan bueno como lo que escribe ella?, entonces pensamientos volaron a su cabeza "no debería intentarlo, fracasare como en todo lo que hago, solo pierdo mi tiempo". La gitana llego como de costumbre y se sentó aun lado del chico, lo observo y noto cierta duda en su mirada -¿Qué pasa a que tienes miedo?- pregunto ella, -a fracasar, no soy bueno en nada y tengo miedo de que no pueda hacerlo- contesto él, -tranquilo, pues lo que escribas con el corazón jamás será un fracaso, siéntete orgulloso ya que si escribes de ese modo, jamás estará mal-, el chico sonrió y comenzó a escribir en su cuaderno con seguridad.
El chico llevaba días escribiendo en su cuaderno ya no le importaba lo que decían de él, cuando su padre le decía sobre los deportes el sonriendo le respondía que "no era bueno" y su padre se sorprendía que el chico lo dijera con una seguridad que antes no había visto en sus ojos, pasaba tiempo escribiendo en el pero no mostraba lo que escribía a nadie, ni siquiera a la gitana, está sorprendida de que el chico escribiera con tanta facilidad hablaba con él a diario en vez de escribir, comenzaron a hacerse amigos y un día mientras conversaban él le pregunto su nombre, ella respondió suavemente –Mi nombre es Yolanda-, el chico sonrió y respondió –Mucho gusto, yo soy Martin-.
Pasaron los años y ellos siguieron viéndose en el parque, a veces ambos se sumergían en las hojas escribiendo, otras veces se ponían a hablar, al cabo del tiempo la gitana dejo de ir al parque el chico no entendía la razón, pero no dejo de escribir pasaron los años y el parque fue deteriorándose, pero el chico seguía visitando el parque con la esperanza de encontrar de nuevo a su amiga, pero ella no volvió.
Al cabo de algunos años, la gitana iba a la ciudad, ya habían pasado años y ella se había casado, se había tenido que alejar de todo por recorrer el mundo con su familia, pero extrañaba a su primer amigo que había hecho en aquel parque donde paso algún tiempo, el mayor que había pasado en algún sitio, al pasar por una librería se dio cuenta que había un libro el más vendido en el aparador, se sorprendió al leer el titulo y entro rápidamente para mirarlo, el libro se llamaba "El chico sin talento y la gitana" por Martin Villegas.
Eres una persona que me enseño lo que era escribir, por tus escritos yo empecé a hacerlo sé que no puedo compararme y que con el paso de los años no he mejorado mucho, pero gracias a ti fue que empecé a escribir, te quiero mucho y espero que te guste esta pequeña historia resumida de lo que paso en nuestro encuentro y de lo que espero un día poder lograr.