Caminando

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Me detengo y mejor pienso en la hora. Es muy tarde y no debo estar aquí. Además, ¿para qué?, seguir la pelea no tiene ningún caso. Te agradezco, te deseo buenas noches y me voy. Salgo lo más rápido que puedo. Es el colmo, discutir en el estacionamiento. A veces pareciera seguro cualquier lugar para discutir, lo importante es escupir el veneno que se está generando, no tragarlo ¡escupirlo! Paso frente al local -¿ya te vas hijo? Me grita tu madre -sí señora, ya es tarde, Lucía ya viene, que descanse! Me despido. Salgo a la avenida y me subo en el primer camión que encuentro. Seguro me lleva al metro. No dejo de pensar en tus ojos. Algunas veces sospechaba, no quería verlos realmente. Sabía que me miraban irritados, hondos, negros, pero me negaba. Cientos de veces. Hoy no pude evitarlos. Me introduje en ellos, obscuros, saturados, filosos. Llego al metro, pago mi boleto, no traigo mi tarjeta, te la di como mi dignidad, no la traigo. Una estación, otra más. Me faltan cinco para llegar a casa. Decido no llegar aún, seguro ya hablaste con mi madre y, de nueva cuenta, se va a meter en nuestra relación. -¿Qué pasó Juan? No me digas que otra vez discutieron. Se parecen a tu padre y a mi. Paso a caminar al parque, me relaja. Recuerdo esas caminatas de secundaria para olvidar el divorcio. Camino buscando paz y sentido a lo que hago. Me topo con la señora de los esquites. Compro un vasito. ¡Deliciosos! Cada cucharada y cada paso con olor a pasto me calma. Pienso que podría desayunar, comer y cenar esquites, son riquísimos. Me cuestiono ¿Porqué no puedo pensar en mi antes que en alguien más? Se que tiene que ver que mi mamá siempre me dijo que uno tenia que ser bueno con las personas. Con mi abuela que siempre ayudó a quien pudo. Con mi hermana que es excelente madre también. Con mi hermano que es un médico excelente. Gran carga familiar. ¿Es malo ayudar a los demás? ¿Lo merecen?
Me termino los esquites y casi le doy la vuelta al parque. -¡Buenas tardes Juan! Me saluda Don Ricardo al pasar frente a mi en su caminata de la tarde. -Buena tarde Don Ricardo, ¿Cómo sigue la señora Yolanda?
- Ya mejor Juan, ya está comiendo ella sola.
- Que bueno, me la saluda por favor, cuidese mucho.
Me agrede y continúa su ejercicio. Seguro a el también lo calma caminar, le reduce el estrés.
Tomo camino a la casa, ya paso más de una hora de que te deje. Llego a casa, abro la puerta y veo a mi madre sentada en la sala. Buscando el rostro de quien abre. Me mira, palidece, se desploma en el sillón. Me sorprende y corro a verla. -¿Estás bien?
-Gracias a Dios estás bien
-¿Que pasó?
-Lucía
-¿Qué pasó?
-Falleció
-¿Qué? ¿Cómo?
-Entraron a robar al local, no quiso entregar el dinero y la mataron

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