El nacimiento del cuervo

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- ¿Qué puedes contarme de esa noche Dorian? - Preguntó la psicóloga mientras sostenía una libreta y mordía su bolígrafo.

Pero Dorian no le prestaba atención. Éste se limitaba a mirar a través de los mojados cristales de una de las ventanas de la sala desde la que se podía ver una gran calle de altos edificios y muy transitada. Como el resto de los días de esa semana, ese viernes la ciudad había despertado bajo un blanco manto de nubes. A eso de las doce del mediodía, esas nubes habían comenzado a descargar grandes cantidades de agua  y no había parado de llover desde entonces.

- ¿Recuerdas algo? - insistió la mujer.

- Era de noche. Mi padre no estaba en casa pues volvía a tener el turno de noche en la comisaría. Yo llevaba dormido un buen rato pues al día siguiente tenía colegio. De repente escuché unos ruidos provenientes de la habitación de mis padres seguidos de una risa. Con mucho cuidado me levanté de mi cama y me dirigí allí con mucho cuidado de no darme con nada pues el pasillo estaba a oscuras. Cuando llegué a la habitación encontré la puerta abierta de par en par. El interior estaba a oscuras pero era capaz de vislumbrar dos siluetas gracias a la luz de la luna que se filtraba por la ventana. Una se encontraba tumbada en la cama y otra de pie frente a ella. Esta última se acercó a donde intuía que estaba la mesita de noche con la lámpara y la encendió dejándome ver lo que estaba pasando. Mi madre estaba tumbada desnuda y atada de pies y manos. Tenía el cuerpo ensangrentado a causa de los múltiples cortes que tenía en él. Ella me miraba con los ojos enrojecidos y sin poder decirme nada pues estaba amordazada. El hombre que estaba frente a ella iba vestido por completo de negro y me miraba con una gran sonrisa. Esa diabólica sonrisa era lo único que podía verle de la cara junto con sus ojos pues llevaba un pasamontañas. Después de mirarme durante un par de segundos, acercó el cuchillo ensangrentado que tenía en sus manos al cuello de mi madre y... - no podía soportarlo más. Sentía como gruesas lágrimas se deslizaban por su pálida piel y como la respiración se le entrecortaba.

- Tranquilo, - dijo la psicóloga - si quieres que paremos unos minutos para tranquilizarte y luego poder seguir...

No. - respondió Dorian haciendo un gran esfuerzo por mantener la voz firme - Cuando ese hombre hubo terminado se acercó a mí, posó su mano cubierta por un guante de piel negro y me dijo      "sé buen chico y llama a tu padre"y acto seguido se marchó y no volví a verle. Horrorizado, vi el cuerpo de mi madre que tenía un profundo corte en el cuello y del que salían grandes cantidades de sangre que comenzaba a formar un gran charco rojo en la cama. Cuando me repuse de semejante escena llamé a comisaría, contacté con mi padre y al cabo de un tiempo se presentó junto con varios agentes que se llevaron el cuerpo de mi madre y precintaron su habitación. Los forenses permanecieron allí toda la noche pero no encontraron ninguna pista sobre el asesino de mi madre.

- ¿Te culpas del asesinato de tu madre? ¿Crees que podías haber hecho algo más que mirar? - preguntó la mujer que miraba detenidamente a Dorian.

- No, ¿qué podía haber hecho? El llevaba un cuchillo y yo no soy más que un niño e iba desarmado. Lo único que hubiera pasado es que hubiésemos acabado mi madre y yo muertos.

- Bien, veo que eres muy maduro para tu edad. Dime, ¿cómo te sientes?

- No lo se. A veces pienso que es un sueño, un mal sueño. Que mi madre sigue viva y que espera a que me despierte para servirme el desayuno y darme los buenos días con una tierna sonrisa.

- Pero no es un sueño. Afronta la realidad Dorian. Afróntala aunque duela. No te encierres en una realidad alterna pues te hará sufrir más. Eres joven y aún tienes a tu padre y a más gente que te apoyará en estos momentos, y me tienes a mí para contarme todo lo que sientes y ayudarte a superar este bache que la vida te ha puesto a tan temprana edad.

Raven: el inicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora