Capitulo 0

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La muchacha de cabello oscuro cayó al suelo haciendo un sonido seco. Sus llantos y gemidos ahogados inundaban la habitacion y taladraban los oídos del albino.

¿ES QUE NO PUEDES CALLARTE DE UNA VEZ? –Grito Karl a punto de perder la cordura–. Eres inútil como el resto de chicas. No sirves para nada. Solo eres otro estorbo para mis planes.

La chica lo miraba confundida. No entendía a lo que se refería.
Pensó que si pedía disculpas, él se calmaría, pero para su desgracia sucedió lo contrario.

Tougo entró en un ataque de ira. Sostuvo a la chica del cabello y la arrastró hasta una pequeña celda que se encontraba en la esquina del laboratorio. El espacio era bastante reducido y la chica solo cabia si se ponía en cuclillas y agachaba la cabeza.

Te quedarás ahí dentro hasta que tu corazón dejé de latir y tu carné se pudra convirtiéndose en alimento para las moscas.

La chica soltó un quejido, estiro los brazos por fuera de las barras de la celda y pidió piedad desesperadamente. Al no obtener respuesta quebró en llanto y grito todo tipo de palabrotas y frases que no se entendían por culpa de las lágrimas atoradas en su garganta.

Karl salió del laboratorio y cerró la puerta.
Camino por los pasillos de su castillo con las manos temblorosas debido a los nervios.
Se dirigió a la cocina y se sirvió un vaso de agua que se acabó en tres grandes sorbos.
Estrelló el vaso contra la pared y observo con detenimiento como el vidrio se había añicos.

¡Mi Señor! –Un sirviente de pelo castaño entró corriendo a la cocina mientras sostenía un papel entre sus manos–. ¡La encontré! ¡La encontré!

–¿De que estás hablando? –El sirviente le entrego el papel y el albino le dió la vuelta. Era una fotografía de una mujer y una niña con uniforme escolar tomadas de la mano.

Su expresion era un poema. Por fin encontró la solución a sus problemas y su plan estaría completo.

Dile a Shuu que venga, tengo que pedirle algo.

El sirviente hizo una inclinación de cabeza y salió apresuradamente del lugar.
Llamo a otro de sus sirvientes. Era rubio, y este se materializó en pocos segundos junto a su lado.

Encargate del "estorbo" –Tomo un cuchillo y se lo entrego al sirviente–. Asegúrate de limpiar cuando termines. No quiero que los restos apesten mi laboratorio.

Otra inclinación de cabeza y el sirviente se desvaneció.

Luego de unos minutos se escucho un grito desgarrador. Una sonrisa sinica apareció en su rostro y se felicitó a sí mismo por tener sirvientes tan leales.
Acto seguido, camino hasta la puerta y piso los restos de los cristales rotos. No se hizo problema por eso, alguien se encargaría de limpiar.
Tenia otros asuntos por resolver.

Petalos De Sangre (Diabolik Lovers) [En Reedicion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora