El día que me enamoré de ti lo vi en tus ojos.
Vi mi reflejo en ellos y sentí un gusano de la felicidad retorciéndose en mi torso.
Casi río, casi lloro.
Supe que te quería para mí completo y que quizá nunca te tendría porque ahí estaba ella.
El día que te amé, lo vi en mis ojos.
Frente al espejo, te busqué en mis pupilas.
Al no encontrarte, mi semblante cambió.
La sonrisa se desdibujó y mi corazón se contrajo por un segundo.
Entonces supe que el reflejo que buscaba estaba solo dentro de mí.
Me sentí sola por primera vez en mi vida y desde entonces aprendí a vivir así .
Ahora sé que estas pupilas siempre serán negras.
No verán el brillo de tu rostro más reflejado en ellas, porque las tuyas nunca me verán a mí como la ven a ella.
