Síndrome del corazón roto

Capítulo 01

"Tako-Tsubo"

Síndrome del corazón roto.

03-agosto-2016

Capítulo 01

.

—O—

.

Recordando sus últimas palabras, esas palabras exactas...

Tan frías y cortantes, como el cristal entre mis dedos.

.

Intentando escuchar su voz, esa hermosa voz...

Que lentamente se apaga de mis recuerdos.

.

Ahogando el sabor de aquella lejana noche...

Con el amargo licor que quema mi garganta.

.

Ansiando ese intenso fuego, derruyendo esperanzas...

Borrando toda huella de su irremplazable compañía.

.

—O—

.

—Con que aquí estas, mi eterno rival, ¿acaso buscas alguna aventura nocturna?

—¿Cómo me encontraste?

Un hombre de enormes cejas y brillante sonrisa camina observando el lugar, intercambia una mirada con el cantinero tras la barra, ambos inclinan levemente el rostro en señal de saludo. El hombre tras el mostrador no deja de tallar un diminuto vaso de cristal mientras observa al extraño adentrarse en el local.

Con un lento andar el recién llegado se coloca junto a su amigo, de cabellos grises y elegante vestimenta, se sienta junto a él, frente a la barra. El recién llegado hace una seña al encargado quien de inmediato le acerca una bebida, idéntica a la de su amigo.

—No fue difícil, mí camarada, solo tuve que recorrer todos los negocios que aún permanecieran abiertos —de un movimiento el cejudo traga todo el contenido de su vaso y sonriente abraza a su amigo—, un par de docenas únicamente, no fue gran cosa.

Al sentir el brazo sobre su espalda, el peligris discretamente dirige la vista al hombre a su lado, sonríe momentáneamente para luego devolver la mirada al frente. Con la mano izquierda baja la tela de su barbijo, el cual cubre su nariz y boca, y de un acto bebe todo el contenido del recipiente entre sus dedos.

—Hump, si tuviste tiempo para todo eso también podrías haber elegido una mejor vestimenta —tras devolver el barbijo a su lugar, el peligris dirige su mirada a la puerta. Un grupo de hermosas jóvenes, con llamativos atuendos y exóticos peinados, ingresa al lugar llamando su atención —. Tu atuendo no es adecuado para sitios como este. ¿Cuántas veces debo decírtelo?

—¿Pero de que hablas? ¿Acaso existe mejor vestimenta que esta? —el hombre se incorpora dejando ver su esbelta figura, resaltada por el ceñido atuendo verde olivo que lleva encima—. ¡Es la última tecnología deportiva! Es tres veces más costoso que cualquiera de tus trajes y es cincuenta por ciento más ligero. Ya quisiera verte corriendo la maratón con uno de tus acartonados sacos. Y en la lucha greco-romana fácilmente te derrotaría, esta ropa me brinda quince por ciento más de fuerza, puedo quebrar tu espalda como si fuera un mondadientes.

El peligris resopla, sonriendo, ligeramente divertido ante los comentarios de su compañero. Toma el vaso recién entregado por el cantinero, quien muy amablemente colocó frente de él, y de nueva cuenta lo bebe sin recato, no sin antes retirar el cubre bocas de su rostro y colocarlo nuevamente en su lugar con la misma rapidez.