Initiatio

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—La oscuridad aquel sentimiento que abunda en las miseras almas perdidas, en aquellos seres que nunca podrán ser perdonados, aquellos que huyen de la mas misera luz, por mas pequeña que sea. ¿Estas preparado para entrar en esta oscuridad? Bueno, mientras estés cociente, sabes perfectamente lo que haces, solo te advierto de una....mierda... llegó el narrador... —

En los confines de los abismos, aquel lugar donde ni la mas cegante luz es capaz de llegar, estaban ambos, el príncipe de las tinieblas y el todo poderoso Padre. El fin estaba cercas, y era algo que al parecer al príncipe no le agradó, pues se habia ebterado de como era su muete. Por lo que comenzaría a buscar como salvar su propio cuello a costa de demaciadas cosas, entre ellas, el fin de su reinado.

—Perdóname, te lo ruego...Padre, no me abandones...no ahora...por favor. He sido un tonto, un estúpido, no he sabido valorar todo lo que me dabas, no podré soportar estar ni un minuto mas en las vivas llamas del infierno, mis alas se han vuelto tan negras como la noche, mis ojos han robado el rojo vivo del fuego, mi cola me fue colocada por Ell, por favor, ayúdame, te lo imploro— Sobre sus rodillas, con las manos cubriendo su rostro, las mejillas bañadas en lagrimas, y aquel cabello ligeramente largo cubríendo sus manos, Lucious por primera vez se había arrepentido en su totalidad de sus pecados.

Sabía bien que no había sido el mejor ángel, lo había traicionado, lo habia enfrentado y envidiado, pero tenia miedo de morir, cosa que en cuestión de tiempo lo haría cambiar de bando significativamente.

—Lucious...mi ángel favorito, mi bello y hermoso ayudante, no llores mas y ven a los brazos de tu padre, yo cuidaré de ti como lo hice en un inicio, ahora estarás a salvo aquí, en los brazos de tu padre, todopoderoso y creador..— Tal como en la historia del hijo prodigo, el padre, aceptó a su hijo extendiéndole los brazos en espera de ver y sentir aquel arrepentimiento y honestidad sobre las palabras que el mas joven decía sobre su desdicha.

Lucious corrió como un niño pequeño a los brazos de su padre, sentía sus mejillas humedecer aun mas, pero los brazos de su padre eran perfectos, tan calidos, tan amorosos. Estaba verdaderamente arrepentido. Estaba por fin en casa.

—Padre...solo le pido que me permita conservar mis alas...las alas que usted me dió cuando me desterró de los cielos, quiero conservarlas para siempre recordar el grave error que he cometido, aun cuando usted tome todos mis pecados y los mande al fondo de los océanos para nunca mas volver a acordarse de ellos.— Secándose las mejillas con la manga de una nueva ropa, la cual ahora era completamente blanca, mostrando la pureza que ahora tenia sobre el, pues Padre, le había regresado la gracia que el mismo se había quitado aquel día cuando se reveló.

—Esta bien hijo mio...vamos, debemos irnos a tu nuevo hogar. Debo anunciar la venida de mi ángel favorito.— Levantándose y levantando con cuidado a su hijo, le besó suavemente la frente para tomarle de la mano y llevarlo a la gloria. Donde, lo dejaría en su nueva habitación, aquella que estaba al lado de la de Nazth.

Una vez ahí, Padre mando a que Miguel, su arcángel, llamara a todos en el cielo para darles la nueva buena.

Una enorme explanada, aun mas grande que Rucia, mas de el doble de esta, se encontraba repleta de ángeles y arcángeles estos dos al frente de la multitud, seguidos de los querubines los cuales volaban deseosos de saber cual era la buena nueva. Las almas de los difuntos se preguntaban para que habían sido convocados, algunos decían que se les anunciaría que el fin estaba por llegar, otros que no habría ningún final sin embargo, nadie sabia porque habían sido convocados, salto Espi el cual ya sabia todo, por lo que simplemente volaba entre la gente dándoles algo de paz y tranquilidad pues sabia que la noticia no seria aceptada por todos.

Una charla amena y tranquilizadora con Lucious sobre algunas de las posibles confusiones que hubiera por su aparición fue la que tuvieron Padre y Lucious antes de ir hacia la multitud.La hora había llegado, por fin hicieron presencia, Padre se alzó sobre todos con Lucious a sus espaldas para que no lo vieran pues claramente era una sorpresa para todos los reinos, y toda su gente.

—Mi pueblo, mi gente, mis amados hijos, hoy, uno de mis hijos perdidos ha regresado, Lucious, mi tan adorado hijo perdido ha regresado a su casa—

Haciéndose a un lado, Lucious apareció de una costilla de Padre, causando el alboroto al cual ya estaba preparado. Los animales hacían sus respectivos ruidos. Temerosos de que fuese una trampa, las almas espantadas corrían, reclamaban, chismeaban sobre las cosas que supuestamente Lucious habia hecho y dicho en los confienes del infierno,solo una pequeña minoría pensaba y meditaba en lo que acababa de suceder. Todo esto pasaba hasta que Miguel se alzó a la altura de Padre para verlo a los ojos y reclamarle

—¡Esto no puede ser Padre! ¿Acaso no recuerda lo que nos hizo? Si no fuera por el su culpa, su plan se hubiera hecho tal como usted lo había...—

Fue interrumpido, por lo regular Padre tenia una gran paciencia, pero eso si, no permitía que cuestionaran sus decisiones, el sabia con claridad lo que hacia y lo que pasaría a raíz de esta situación. Claramente no permitiría que su plan si se viera arruinado en realidad.

—¡A callar! Que yo lo he perdonado y esto es algo que todos ustedes deben de aceptar. Yo, Padre, les he enseñado a perdonar, y les he dicho a cada uno de ustedes mediante mi palabra que tomaré sus pecados y los enviaré al fondo del mar, donde los olvidaré por completo. Esto es lo que he hecho con Lucious, ahora ¡quien no este de acuerdo puede ir al lugar de donde viene mi ángel!—

Un silencio abrumador invadió el cielo por completo, nadie decía ni una sola palabra. Los animales se habían callado, los insectos voladores habían detenido sus vuelos, las cascadas dejaron de correr, el viento de soplar, y la naturaleza de hablar. Miguel, por otra parte había bajado al suelo y retiró a su habitación.

—Bienvenido a casa Lucious—Una suave voz fue la que iluminó el cielo rompiendo con aquel silencio, haciendo a la naturaleza hablar nuevamente. Era Nazth, que había regresado, única y exclusivamente para recibir al nuevo integrante, aquel que lo había tentado tres veces en el desierto, en el huerto de getsemani.

Asombrados, por ver a su salvador abrazar a Lucious, aquel ser infernal, comenzaron orar y alabar a Dios, dando las gracias por la buena nueva. 

Nadie quiere ir al infierno ¿Cierto?

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2016 ⏰

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