No robes Jou!

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Llueve tanto es ese sórdido callejón que su falta de una buena iluminación sumada al diluvio desan la atmósfera de áquella estrecha trampa urbana. Jou observa el vapor salir de su boca barbuda, la nube destila un fuerte olor a wiski barato, veneno biológico embotellado que forma una medusa blanca en el aire, se desace, otra vez, que más dara....Su pulgar acaricia el arma en su mano derecha cubierta por un guante grasiento que perdio los dedos hace mucho. Ahora substituyo el centro de su interés, mira embelesado las gotas de lluvia callendo de la negrura celestial, el esta protegido de su tacto, se refugia sentado bajo el toldo de una oxidada puerta trasera entre los cubos de la basura. Espera paciente a que algo ocurra.

Y algo ocurre! Un hombre elegantemente vestido, andares de galán y bastón en mano diestra, atraviesa el torrente como si este no fuera con él, las gotas no le tocan, temén el contacto con el traje y el sombrero azul marino que le cubre el rostro. Nuestro ebrio amigo atribuye esto a su líquido compañero de andanzas. La mano siniestra ocupa el respectivo bolsillo de su chaqueta, pero deslumbra el reloj de oro y plata. El desventurado sin techo no necesita más argumentos, esta es la oportunidad que lleba toda la noche esperando. El lobo se endereza, debe ser rápido a la hora de abatir al ciervo, desconoce la amenaza que pueda suponer. Apunta con la gastada pistola a la pechera de cuero de la que cuelga una cadena plateada y ruge:

-Amigo! El dinero y las joyas buen hombre -mira sus propias botas raidas- y a poder ser esos zapatos de piel tan bonitos...

Alzó la cabeza mostrando sus facciones afiladas, de piel perfecta perfectamente afeitada y sus ojos. Pupilas diminutas rodeadas por dos iris naranjas, pero verdosos por el borde con puntos violetas, brillaban como dos auroras. Ahora Jou está muy asustado, aprieta el gatillo, el percutor salta de un chispazo, el fuego escapa por el cañón despidiendo al proyectil, pero éste únicamente atraviesa capas de humo azul marino en el pecho del elegante traje. Despues volvió a ser sólo tela. El agresor quedó paralizado.

-Deberías escoger mejor a tus amigos -su voz es suave, limpia y melodiosa, sonríe pícaro enseñando sus dos largos colmillos izquierdos- , ahora toca mi turno.

Abre por completo sus fauces perladas, con cuatro largos colmillos, superiores e inferiores que rodean a la lengua larga y puntiaguda. Salta sobre su presa, sus piernas se han evaporado, es un hombre diluyéndose como tinta china en un vaso de agua. Las últimas palabras de Jou son un grito de pánico amortiguado por el estruendo del cargador vaciandose. Los dientes perforan su piel como pica hielos, adentrandose dentro de la carne del desventurado que comienza a arrugarse, se seca como una monda de plátano al Sol, los ojos se le nublan, los dedos que sujetan el arma se desprenden, rotos por el peso como columnas de arena seca, Jou estalla en una nube de polvo y humo que el antidilubiano ser aspira de una sola bocanada como un maestro fumador

Continua su camino después de la grata dorpresa, observa su reloj de bolsillo, ya ha perdido más tiempo del que le gustaría, pero que más dara, el tiene todo el tiempo del mundo. Sonríe satisfecho. Se quita el sombrero coronado por una pluma de cormoran, se peina sus cabellos plateados y enciende un cigarro. El arma queda tirada en el suelo, abandonada por su dueño, llorando humo ante la pérdida de su amigo y sus niñas, le gustaría poder haberle dicho, no robes Jou.

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⏰ Última actualización: Aug 10, 2016 ⏰

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