capítulo 14

2.7K 126 3
                                    


  —No hay nada obsceno en ello, _________. Lo verdaderamente obsceno sería que negaras tus necesidades, que te negaras el placer. Puedo estar ahí en quince minutos, nena —engatusó él—. No hay nada que quiera más que ver tu placer.

La indecisión se amotinó junto con una fusión hormonal pendiente.

—Taylor, yo... yo no estoy preparada para eso —jadeó _________.
—Entonces déjame ayudarte en esto, cariño, ahora mismo. —Un hilo acalorado de excitación serpenteaba por la profunda calma de su voz—. ¿Están fuera tus bragas?

_________ sintió que su vagina se apretaba ante su descaro.

—¡Oh, Dios... , no! —admitió ella. Su respiración y el latido de su corazón comenzaron a acelerarse.
—Quítatelas para mí, nena —la engatusó Taylor—. En mi mente te estoy viendo tumbada ahí, con tus muslos bien abiertos y tu dulce y húmedo coño expuesto a mí. Tienes unos bellos y largos dedos, _________. Puedo verlos hundiéndose en tu apretado coño mientras te follas a ti misma.
—No creo que pueda hacer esto. —_________ estaba anonadada por cuán rápidamente había crecido su necesidad.

Su sexo se sentía abierto, ansioso por ser llenado. Compartir esto con Taylor le hacía sentirse salvaje, y aun así tenía miedo de exponer tanto de sí misma. Miedo de lo que pensaría él de ella.

—Sí puedes, corazón. Nos daremos placer el uno al otro. Solo cierra los ojos y escucha el sonido de mi voz. Ahora quítate esas braguitas, nena.

El ardiente gruñido sexual de su voz la puso en acción. Alzando las caderas _________ deslizó sus bragas por las piernas y se las sacó por los pies, arrojándolas al suelo. Separó bien los muslos y hundió los dedos en su preparado canal. Un gemido entrecortado abandonó sus labios separados y voló su camino por la línea telefónica hasta Taylor. A ella volvió su respuesta en forma de gruñido de satisfacción.

—Así es, corazón. Se siente tan bien, ¿verdad nena? Estoy ahí mismo contigo. —El ardiente susurro sensual de la voz de Taylor fluyó sobre _________—. Nuestros dedos están profundamente sepultados en tu coño. Saca nuestros dedos y deslízalos sobre tu clítoris, _________.

_________ estaba indefensa contra su necesidad furiosa y los dictados acalorados de Taylor. Obedeció y gritó ante el aturdidor pulso de placer que contraía su canal cremoso.

—¡Taylor, oh Dios, Taylor! —gritó ella locamente  

confía en el lobo, Taylor LautnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora