Estamos acostumbrados a seguir un regimen de perfección impuesta por la sociedad sin saber que ser tú mismo es más divertido.
No ser diferente.
Ni ser llevado por la sociedad.
Ser tú.
La sociedad nos ha enseñado que dientes separados es fealdad,
vivir en una casa pequeña es pobreza,
nos enseña a mentir para recibir beneficios a cambio.
Pero no nos damos cuenta de que nos mata lentamente.
Tenemos miedo.
Miedo a experimentar amor.
Miedo a experimentar tristeza.
Miedo a sentir lo que es vivir.
Las lágrimas ya no cuentan.
Los "te quiero" se dicen por obligación, no por sentimiento.
Sin ganas de respirar.
Y no es que queramos morir,
sólo queremos desaparecer de este ruidoso mundo por un instante.
Ya no hay disculpa que valga.
Se busca venganza.
Nadie se divierte,
la diversión ya es algo que se compra y no se disfruta.
Ya no hay diversión verdadera.
Detrás de la alegría se esconde la tristeza.
Sentimientos rotos.
Y un corazón noble hecho pedazos,
arrodillado pidiendo amor.
Reímos sin reír.
Lloramos sin llorar.
Vivimos sin vivir.
Morimos son morir.
Respiramos sin respirar.
Se hace por costumbre y ya.