Una princesa y su miedo.

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Érase una vez una pequeña princesa que vivía encerrada en su habitación.

Nunca se lo dijo a nadie, pero en realidad tenía miedo a salir de ahí. Tenía lo que necesitaba ahí, comida, una cama, muchos juegos de todo tipo...
Un día la princesa se atrevió a abrir la ventana, y vio el jardín de palacio lleno de flores de todos los tipos y colores, y se quedó impresionada de lo bonito que era eso. No le contó a nadie lo que había visto, y cada día pasaba toda la tarde mirando por la ventana, observando claveles, amapolas, y rosas.

Una mañana al despertarse e ir a prepararse el desayuno, como se había quedado sin cereales fue a la puerta a recogerlos, ya que pidió que se los llevaran ahí. Al recogerlos se encontró que junto a la caja había una rosa roja de esas que había visto desde la ventana. Venía con una nota que decía:

           "Una rosa, algo bonito, para alguien que lo es mucho más,

           cuidado que te puede pinchar.

           Ponla en un jarrón de agua para que viva más tiempo. 

           PD: abre la ventana esta noche"

La princesa quedó muy impresionada por aquello. Cogió la rosa con cuidado de no pincharse para colocarla en un jarrón con agua, tal y como le había dicho, pero se pinchó. ¿Cómo algo tan bonito te puede hacer daño?. De todos modos observó la preciosa flor y decidió que ese dolor había merecido la pena, y quedó satisfecha.

Al llegar la noche, la princesa se acercó a la ventana, pero no se atrevió a abrirla, se quedó apoyada contra las cortinas, y estando así empezó a escuchar una música. Era bonito. Al final se quedó dormida. 

A la mañana siguiente se despertó de golpe y fue corriendo a la puerta y ahí estaba, otra rosa con su nota. Puso la rosa junto con la anterior y leyó la nota:

           "Lástima que te perdieses ayer las estrellas, fueron

           más bonitas que nada que hayas visto antes.

           La música era para ti, espero que te haya gustado. 

           PD: Cuando te atrevas a arriesgarte

          estaré al otro lado de tu puerta para enseñarte

          las flores, las estrellas y todas las cosas bonitas 

           que no se ven desde esa ventana."

La princesa se puso a pensarlo, y por mas que jugaba a distintos juegos, no se sacaba de la cabeza esa propuesta y se acordó de todos los años que pasó sin ver las flores, y lo bonitas que eran, la música, lo bonita que era, la ilusión que le habían sacado esas rosas, se dio cuenta que en dos días su vida se había llenado de emociones, y se dio cuenta de que nada malo le había pasado.

Al llegar la noche no pudo evitarlo, y muerta de nervios , y de miedo decidió averiguar que era lo que pasaba.

Se preparó, se probó todos los vestidos que había en su armario, y decidió ponerse uno blanco muy bonito que le favorecía mucho. Se puso unos tacones bonitos con detalles, una tiara, y se arregló más bonita que nunca se había visto, y eso le dio fuerzas, cogió las dos notas que había recogido, y temblando de la emoción abrió la puerta esperando encontrarse su príncipe azul, pero no vio nada, miro a un lado y al otro, desilusionada miro al suelo, y vio una rosa, había un camino de rosas. Una enorme sonrisa se dibujó en su cara. Las siguió y la llevaban fuera del edificio de palacio. 

Se paró unos minutos delante de la puerta indecisa, y entonces volvió a escuchar esa música, y salió del palacio con las rosas que se había ido encontrando en la mano, y recogiendo más siguiendo el can¡mino hasta que dejó de ver más. Había llegado.

Miró adelante, y había un par de columpios llenos de lucecitas pequeñas blancas entre plantas, súper bonitos, que brillaban en la noche, miró al cielo, y se quedó impresionada con las estrellas. La música se paró y entonces le vio sentado en un columpio.

- Sabía que vendrías- Le dijo con una sonrisa que le hizo sonreír a ella también.
- Oh, no, era solo por las rosas- Bromeó y se rió mientras le enseñaba el gran ramo de rosas que había formado por el camino. 

Él las recogió y las dejó en un rincón menos una que la colocó en el pelo de la princesa, quedando muy cerca de ella. Ambos se miraron, y él se alejó un poco y le dijo:

- ¿Me concedes este baile?- Mientras hizo una extraña reverencia que le hizo reír mirándole y sonriendo.

- Desconozco el arte del baile, disculpe caballero- Dijo con la misma gracia que él.

- Es simple, yo te enseñaré. ¿Me permite su mano?

La princesa con una sonrisa y una pequeña risa ante la situación de película que estaba viviendo, colocó su mano sobre la de él, y este la hizo dar una vuelta, y le susurró: 

-Tan solo déjate llevar por la música, y el baile saldrá solo.

Bailaron toda la noche como si el baile fluyera por si solo, y la noche termino con un beso. 

A partir de ese momento la princesa no volvió a dejar de hacer nada por miedo, el amor hizo que el miedo se quedara aparte. Pues con su príncipe al lado, no volverá a estar entre cuatro paredes. Él siempre la sorprendía con algo bonito y cada mañana encontraba una rosa en su almohada, ya que le dejó la puerta de la habitación abierta por si quería pasar. Su amor fue creciendo cada día y ella descubrió a su lado todo lo que se había perdido todos esos años que desperdició.

Esto es verdad y no miento, y como me lo contaron te lo cuento,



...y vivieron contentos y todos los días se contaban cuentos.

THE END

Un cuento para dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora