Capítulo diez.

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-Me quedaré contigo hoy, ¿está bien? -Bam Bam se sentó en el sillón al otro lado de la habitación. Asentí.
La señora Wang fue a su casa ya que había pasado un día entero en el hospital, al principio ella se negaba pero después de una hora pude convencerla. Jackson se removió despertando y mirándonos detenidamente.
-Ustedes no son mi madre -el pelinegro sonrió, extendió su mano hacia mí.
-¿Cómo te sientes?
Me acerqué tomando su mano, estaba fría, dejé un beso en su mejilla. No había pensado en las razones de la muerte por dejarlo vivo hasta ese momento, aunque lo negara me carcomía la duda, le hubiese preguntado directamente a él pero desde el infarto no le había visto. Se esfumó, no estaba, y eso era aún más extraño.
-Estoy mejor -habló Jackson.
Una enfermera entró preguntando por el pelinegro, tenía una sonrisa de oreja a oreja.
-Revisaré el suero. En unos minutos estará aquí el doctor.
La enfermera, la cual no me parecía para nada atractiva a pesar de la mirada de Bam Bam que decían todo lo contrario, se paseo por la habitación moviendo las caderas. Rodee los ojos sentándome nuevamente en el sillón de una pieza.
-¿Tienes hambre, Jackson? -preguntó ella.
Jackson sonrió de lado coqueto y dijo que no, admitía que yo tenía celos.
-La verdad sí.
La enfermera le dijo el menú que tenían y lo que podía comer, luego se agachó a su oído y le susurró algo que no pude escuchar. Desvíe la mirada encontrando el control de la televisión y encendiendo la misma.
-Descuida, tengo a alguien ya. Mark, amor, ¿puedes cambiar el canal?
El rostro de la enfermera fue de sorpresa, mirándome con los ojos abiertos y pálida, la pequeña risa nerviosa salió de sus labios rosas y salió de la habitación sonrojada. La carcajada de Bam Bam no tardó en escucharse, yo también estaba un poco sonrojado debido a lo que Jackson dijo.
-Mark, amor -imitó Bam Bam con ademán de manos y caras graciosas incluido-, cambia el canal.
No pude evitar reír y tirarle la pequeña almohada que tenía el sofá a la cara.

***

No me sorprendí cuando vi al hombre alto a un lado de la camilla, de hecho lo esperaba. Pasé de largo ignorando su sonrisa con sorna y llegando a donde estaba Jackson; por fin saldría de aquel lugar, el doctor sólo habló con la señora Wang de la condición de su hijo, así que yo no sabía del estado real de Jackson.
-Hyung, es demasiado tarde, deberías estar dormido.
-Quiero saber que llegarás bien a casa.
Sonreí para después dejar un beso en su mejilla, su pulgar acarició mis labios mientras nos mirábamos. Me acerqué hasta que nuestros labios se juntaron, el pelinegro me pegó a su cuerpo, mis manos tomaron su cabello cuando el calor en la habitación se hizo presente, nuestras lenguas jugaban. Cambiamos de posición en un segundo, yo estaba recostado en la camilla y él encima mío, escalofríos recorrieron mi cuerpo al sentir su mano fría subiendo por mi abdomen; un suspiro se escapó de mis labios.
Alguien tocó la puerta haciendo que nos separáramos inmediatamente, la señora Wang estaba de espaldas a nosotros. Había olvidado que dejé la puerta abierta.
-Te traje la chaqueta, los espero abajo -la madre de Jackson se giró, agache la cabeza avergonzado-. No demoren mucho.
La puerta fue cerrada y entonces me relaje sólo un poco.
-No puedo bajar así -dijo Jackson mirando su pantalón.
Reí tapando mi notable sonrojo, no pasaría nada si bajábamos en media hora, ¿no?
Mordí mi labio besando el cuello del pelinegro, la habitación se convirtió en suspiros y la ropa adornó el piso pulcramente blanco.

***

Casi todo estaba oscuro dentro de mi casa, llegué a mi habitación y luego de ponerme la pijama me acosté en mi cama. Cerré los ojos suspirando.
-Me han hablado de ti -me reincorpore inmediatamente cuando escuché una voz desconocida.
Un hombre yacía recostado en mi cama, mirando a la ventana pensé en la posibilidad de que entrase por ahí.
-No te desesperes buscando una respuesta lógica, a veces simplemente no las hay.
La garganta se me cerró justo cuando el hombre se acercó a mí, caminaba despacio y parecía disfrutar plenamente de la situación. Sus ojos reflejaban maldad pura y satisfacción, una combinación horrible.
-¿Quién es usted? -cuestioné cuando mi voz se dignó a salir.
Las comisuras de sus labios se hicieron hacia abajo a la vez que se encogía de hombros.
-A las personas les gusta llamarme de muchas maneras: el Diablo, Beelzebub, Satanás -contaba con sus largos dedos adornados con uñas puntiagudas y negras-, Lucifer, El que desobedeció a Dios y mi favorita, la cosa mala. Pero tú llámame como quieras, Markie -apretó mis mejillas diciendo que era lindo. Sus manos estaban frías como el hielo.
-Creo que es una mala broma -negué dispuesto a llamarle a mis padres para que sacaran al hombre que seguramente estaba drogado y creía ser Lucifer en persona.
-Lo que yo creo es que la huesuda es mala por ensañarse con tu novio chino.
Me quedé estático aunque quería moverme. Comenzaba a sentir miedo de aquel hombre que estaba sentado en mi cama mirando mi habitación como si estuviese en un museo, se veía como si se estuviese divirtiendo. Aunque, si era quien decía ser... en realidad se estaba divirtiendo.
-¿De qué está hablando?
-Aquí no es un buen lugar para negociar, Markie. Hay alguien que nos está viendo y escuchando, a pesar de que es malo espiar conversaciones ajenas -susurró cerca de mi oído.
Desconfiaba absolutamente de él, pero si involucraba a Jackson me interesaba lo que tenía para decir. Aunque tuviese que seguir al Diablo al mismísimo infierno, literalmente.
Asentí soltando la perilla de la puerta.
-Buen chico, eres más obediente que ese Cerbero del demonio. ¿Entiendes? Cerbero del demonio -rió a carcajadas mostrándome sus dientes perfectamente blancos, yo sólo aguardé hasta que dejó de reír-. Bien, cierra los ojos.
Su mano cubrió gran parte de mi cara, el frío fue en aumento, mi cuerpo no estaba acostumbrado a las temperaturas tan bajas -aunque creo que nadie que fuese humano estaría acostumbrado-; un olor a putrefacción inundó mis fosas nasales.
Al abrir los ojos me encontré con hielo, oscuridad, cuevas y un trono de oro donde se encontraba Lucifer llenándose de orgullo al estar ahí sentado; habían muchos hombres y mujeres paseando por todas partes, corriendo, riendo, burlándose; burlándose de las almas en pena que condenaron. De fondo se escuchaban incontables gritos de dolor y pena que me helaban la sangre y harían correr hasta al más valiente.
-Estamos aquí para un trato, ¿verdad? -cuestionó apuntando un banco pequeño de madera que se veía como si en cualquier momento se fuese a quebrar. Negué.
Por una milésima de segundo pensé en la posibilidad de estar soñando, y como si aquel que estaba sentado en el trono pudiese leer mis pensamientos lanzó una navaja que no vi hasta que me cortó el brazo.
Él enarcó una ceja.
-Espero y con eso ya no tengas dudas -llené de aire mis pulmones-. No te quiero presionar pero yo puedo hacer que la huesuda no se lleve a tu novio, dime, qué estás dispuesto a darme con tal de salvar a Jackson Wang.
Preguntó con la voz más grave, su voz no parecía ser de este mundo, y no porque fuese grotesca sino porque era hipnotizante, te atrapaba completamente. Te estremecía y se quedaba grabada en tu cabeza como una canción que escuchas y te gusta pero no sabes el nombre, me dio la sensación de que con sólo escucharlo hablar ya tenía una mínima parte de mi alma. Esa es la mejor explicación que podía dar de su voz.
Él jugaba con las almas de las personas, ¿qué más podía querer de mí? ¿Qué más le podía interesar de alguien como yo?
-¿Y cómo estoy seguro de que podrás convencerlo?
Sus carcajadas retumbaron hasta en los rincones, mi interior se removió. Aullidos, risas y más lamentos se escucharon. Una mujer voluptuosa completamente desnuda caminó hasta él con una bandeja; "Lujuria", según dijo Lucifer, me besó la mejilla muy cerca de mi boca, movió sus grandes pestañas y después se fue. Mientras caminaba pude ver que se convertía en un ser masculino.
La parte donde ella me había besado quemaba, ardía de una manera que no era desagradable.
-Creo que aún no te has dado cuenta de con quién estás hablando, Markie. Si quieres cuestionar a alguien no debe ser a mí.
Señaló con su dedo índice encima de su cabeza a la par que rodaba los ojos.
¿Vendería mi alma al diablo por salvarle la vida a Jackson?
Negué con la cabeza, no tenía que pensarlo demasiado pues la respuesta era clara.

Destiny [MarkSon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora