Scars

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—Escucha con atención, te lo estoy advirtiendo. Tú no sales de esa habitación en treinta minutos, y te juro que derribo la puerta y le meto unas cuantas balas en la cabeza al gigante—



Rodo los ojos. Yifan estaba exagerando, pero no tuvo más opción que asentir haciendo al mayor relajarse un poco. Después de todo el alto era el director, y estaba a cargo de él y de todos en el edificio, por lo tanto sus órdenes eran absolutas. Bastaba hacerlo enojar un poquito para que lo encerrara en una habitación lejos o peor aún...que lo cambiara de hospital.



Con una sonrisa sincera le agradeció con un pequeño abrazo, a lo que el mayor aprovecho para estrecharlo entre sus brazos besando sus mejillas, para después verlo con los ojos llenos de preocupación. Jamás podría rehusarse a las peticiones de su pequeño amigo, por lo cual solo pudo asentir, abrazándolo una vez más e indicándole que podía entrar.



—Gracias—



Agradeció con voz suave, escuchándose sus palabras más fuertes que el tono de voz empleado por el silencio abrumador de los pasillos. Froto sus manos sudorosas una vez más antes de entrar a la habitación 237, volteando por última vez para ver a su amigo que lo veía con expresión preocupada. Apretando la manija fuerte entre sus dedos temblorosos antes de entrar y cerrar la puerta.



—Vigilen la puerta y estén alerta—ordeno a los guardias a cada lado de la puerta. Soltando un sonoro suspiro antes de retirarse a su oficina. Implorando que el corazón de su amigo no caiga en pedazos...



"Te deseo suerte"



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—Aléjate de mí—



Sus ojos se abrieron grandes al escuchar la grabe voz. Apenas había entrado, y a pesar de la oscuridad podía verlo gracias a luz de la luna que entraba por la ventana, bañando su rostro que lo miraba con seriedad. Viéndolo desde la cama, sin expresión alguna, sin rastros de aquella sonrisa que había atesorado desde la primera vez que resplandeció en sus labios.



—Aléjate de mí Kyungsoo—pronuncio de nuevo— Hazlo antes de que me arrepienta...—



Su voz se quebró.



Kyungsoo se alertó, acercándose hasta quedar sentado en la cama. Sus manos temblaban y el nudo en su garganta dolía. Temía que todo se desmoronara, que lo mucho que tardo en construir su relación se fuera por el caño. Tenía tantas palabras atoradas en la garganta, tantos sentimientos golpeando su pecho con fuerza, torturándolo, haciéndolo sentir indefenso. El hombre frente a él lo veía con dolor, sus manos se acercaban lentamente a su rostro hasta tomar sus mejillas, borrando con sus pulgares las lágrimas que no sabía que estaba derramando.



—D-Deberías estar feliz—pronuncio con voz temblorosa—Yo lo estoy por ti, Chanyeol. Me pone feliz que al fin puedas salir, pero a la vez triste porque no me lo dijiste—sonrió levemente con tristeza—Además, tengo miedo de que todo se rompa. Entiendo que tienes que irte, pero...¿Por qué tienes que tratarme así?—le recrimino. Sus labios temblando ante los sollozos que ya comenzaban a romper la pequeña barrera que había formado con toda la fuerza que le quedaba desde que se enteró de su partida.



Alejo de un manotazo sus manos para abrazarlo y esconder el rostro entre su cuello y hombro. Abrazándolo con fuerza mientras su cuerpo temblaba por el llanto. Chanyeol froto con ambas manos la pequeña espalda, besando varias veces su cabeza, oliendo por última vez el dulce aroma que desprendía. El aroma encendiendo recuerdos en su cabeza, momentos que toda la vida atesoraría. Desde sus pequeñas sonrisas avergonzadas, hasta su cabello desordenado cuando despertaba en su habitación algunas mañanas. Aquellas veces en las que se escapaba para visitarlo, o en las que violaba la seguridad solo por permanecer acostados por las noches, contándose cosas que solo los dos comprenderían. Su cara traviesa cuando se robaba pudin de la cafetería solo para ambos compartirlo, y sobre todo las lágrimas de felicidad cada que avanzaba positivamente en su tratamiento.



ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora