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Volví a la playa vacía al amanecer. Me senté en una de las rocas y aproveché el viento para secar mi pelo mojado por la ducha. No hizo falta más que un par de minutos para que se secará, al menos superficialmente.

Un cangrejo rozó mi pierna asustándome y haciéndome reír por ello. Mi risa resonó en toda la playa, me asustó escuchar todo tan claramente y oscuro, porque me daba una sensación sombría, terrorífica. No tenía miedo, pero no quise permanecer allí más tiempo.

Hush Coast ; JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora