Capítulo 5

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Phoenix.

Una castaña observaba a través de una ventana, tumbada en una cama de sábanas blancas, mantenía una mirada nostálgica... las cortinas mantenían una danza suave y sencilla, al compás del viento, pero aquel movimiento no era lo que aquella chica veía. Observaba el cielo, aquella bóveda celeste que se mostraba chispeante, y radiante... Sin embargo ella, se sentía miserable, atada a aquel edificio que tanto odiaba, ligada a un hospital.

—Toc-Toc...¿Se puede...? —Un joven entró sosteniendo un ramillete de flores. De colores intensos, pero de pétalos delicados, frágiles... La muchacha sintió su corazón latir con mayor intensidad al verle, a él, recargado en el marco de la puerta.

—Claro... Pasa, Brandon... —Con una sonrisa triste se acercó a ella y depósito las flores sobre sus brazos. —No sé que decir... Gracias.

Brandon mostró sus dientes satisfecho, pero de inmediato su temblante cambio a uno serio.

—¿Cómo... te encuentras Andrea? —Esta colocó un par de mechones tras su oreja, y lo miró a los ojos, ruborizada. —Bien... Me encuentro mejor, gracias...

Brandon tuvo la necesidad de sentarse en la silla cercana a la de Andrea, y así lo hizo.

—Me alegro. Estaba preocupado... ¿sabes? —Brandon se pasó su mano por el pelo nervioso... y Andrea juró por un instante el sentir su corazón ceder, y salirse del pecho a causa de los latidos tan acelerados que emitía. Sintió sus mejillas tornarse rojas, pero ilusionada, lo miró a los ojos. —Cuando me enteré de que mi mejor amiga había estado involucrada en un incendio... Sentí que se me salía el alma... del miedo.

Las pupilas de Andrea dejaron de destellar con optimismo, "Mejor amiga, eh..." Brandon siguió hablando, pero a ella, las frases no le entraban por los oídos, y es que aquellas dos palabras, en forma de eco, resonaban en su cabeza. Veía a Brandon mover los labios animadamente, y ella no quiso mostrarse derrotada ante aquella confesión, y fingió una sonrisa triste.

—Pues ya ves... Soy dura de roer... —Suspiró abtida. —¿Y tú... que tal con aquel contrato que os ofrecieron?

—Es algo que estamos llevando a cabo... Lo más probable es-... —Calló derrepente.

—... que te vayas —Susurró terminando la frase del joven con su mirada hacia sus manos.

—No es seguro, será mi hermano quien de el visto bueno... —La muchacha desvío su mirada hacia la ventana nuevamente, tal vez intentando no conectar sus pupilas con las de él de nuevo, al menos, no ahora.

—¿Por qué... no viniste a visitarme antes? —Dijo en apenas un hilo de voz. Brandon pasó su mano por su nuca y carraspeó.

—Ya te lo dije... últimamente las cosas están muy moviditas... ¡pero te llamé  por teléfono...! —Masculló alzando su voz un poco.

La habitación quedó en silencio, Andrea no contestó, y Brandon no quiso alargar sus palabras de disculpas,  y es que, él no se sentía nada apoyado respecto a su nuevo proyecto, una oportunidad única en la vida... y que su mejor amiga no lo apoyara ni comprendiera cuán duro era, le dolía.

—Lo sentimos... —Una voz femenina conquistó nuestra atención. Una enfermera, que se debatía dudosa si romper realmente aquel ambiente, que se mostraba gélido y depresivo. —La paciente necesita tomar su almuerzo, por lo que el horario de visitas termina aquí...

Brandon asintió y suspiró como quien se rinde ante alguna batalla. Se dirigió hacia la puerta, y susurró un "Cuidate..." casi inaudible... únicamente percibido por Andrea, aún si no respondió.

Al irse, Andrea echo su cabeza hacia atrás dejándola descansar sobre la almohada, y con ojos tristes miro el techo. En su cabeza numerosos pensamientos se juntaban para llegar a una única conclusión. "Nunca llegaré a ser algo más para él...¿No es cierto?"

[...]

María canturreaba la letra de una canción desconocida para todos los presentes, y a su vez hacia algo de café. La cocina se quedaba algo pequeña después de que aquellos dos individuos y Max llegarán la pasada noche.

Esther se encontraba como ausente echada sobre la mesa, ocultando su cabeza entre sus brazos.
Monse estaba ayudando a María con las tazas, y las tostadas...
Brit estaba con Max, en el salón, jugando con él a un juego de cartas.
Al parecer el pequeño se había abierto más con Brit, y se sentía en confianza con ella.
Gilinsky y Johnson discutían en la cocina sobre qué hacer con el niño... y sobre otros temas...

—Venga Esther... Hermana. —Mariki a su lado le daba palmaditas en su espalda. —¿Qué te ocurre...?

—Creo que estoy olvidando algo muy importante... —Susurró. Monse se acercó, era verdad que la castaña era muy o olvidadiza, pero en esta ocasión aquello la tenía bastante distraída.

Johnson no estaba enterado del tema, pero dejó de discutir con Gilisnky para encender la televisión... estaban dando la noticias... Y Gilisnky se interesó por esto.

—Mira Johnson... —Esther levantó su mirada y quedó perpleja, ese tío... El que estaba saliendo... Lo había visto en algún sitio.

La caía de seguidores más rápida en los últimos meses dan a Cameron Dallas el título a ¿peor famoso? —El noticiero lo comentaba con fluidez mientras mostraban fotos del dicho, y Gilisnky y Johnson se encontraban helados.

—Ese tío... ¡Ese hombre estuvo aquí la pasada noche...! —Gritó la castaña arrastando la silla y poniendose en pie. Los presentes la miraban sin comprender.

—Él... es un viejo amigo, ¿Verdad Gilinsky? —Estos se miraron , y posaron su vista en Esther. —Pero, ¿qué es eso de que lo viste aquí?

—¡De verdad... anoche...! Lo vi en el salón, y no recuerdo más... —Se tocó la frente agitada. Monse miró a María preocupada.

—Esther, él... Vive en la otra punta del mundo, ¿Estás segura que no lo has soñado? Tal vez... estabas muy cansada y-... —Esther cortó al rubio. Pero miró a María, y a Monse buscando en ellas una mirada que dijeran "Te creo"... Mirada que no encontró.

—Esther... tal vez, lo has visto por la televisión como ahora y lo has soñado. —Comentó Monse dubitativa.

Ella negó repetidas veces su cabeza, y salió dejando a todos allí, en la sala... con la palabra en la boca.

Se oyó un portazo desde la puerta principal, y en la cocina, el ambiente se mostraba tenso.

Gilinsky miró su móvil, en su mano.

—Alomejor... es verdad lo que dice.

—Pero es alguien famoso, ¿que haría aquí?—Preguntó Monse.

—Tal vez... él iba a ser el enviado de Matt, quien nos pondría al tanto.—Susurró mientras pensaba.—Él está pasando por lo mismo que nosotros, su fama drásticamente está cayendo... pero él aún tiene obligaciones allí, aún tiene algo de esperanza... Pudo coger un avión para venir a buscarnos, pero era de esperarse que no se quedara.

—... Claro, cogería el primer vuelo de aquí hacia allí en la madrugada... Para llegar en la noche, y evitar sospechas. ¿No?

La joven que se mantuvo callada desde el principio despegó sus labios por primera vez.

—Voy a por mi hermana...—Masculló Mariki levantándose del asiento.

—Gilinsky...—Alzó la voz Monse.—
¿Qué vais... a hacer?






¿Y si la fama no nos acompaña?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora