Libre Albedro.

Viva el libre Albedro.

Os pongo en contexto: Esto es una conversación que en principio se mantuvo en privado (o sea se, todo los parrafazos de contexto vinieron después) entre pdraspdr y albaertogarzon_ pero nos ha gustado tantísimo el cómo ha quedado que era necesario compartirlo con el resto del mundo, así que si veis a lo mejor algún fallo en el tiempo verbal y eso, ya sabéis por lo que es. Además, todo lo que ha pasado aquí tiene o va a tener repercusión en las acciones que estamos llevando en el rol. Dicho pues, ¡a disfrrrrrutar! 

Se había desvelado, como casi todas las noches desde hacía años. Abrió los ojos, cansado consigo mismo, y sonrió al ver a Pablo, completamente dormido, a su lado. Ambos seguían sin ropa, y la visión que tenía era... Maravillosa. Se quedó un rato mirándole, embelesado. La melena despeinada por la cara y el cuello, la boca entre abierta, las manos bajo la almohada. Intentó grabar esa imagen a fuego en su cabeza. Se quedó ahí, hipnotizado por su inocente belleza hasta que su estómago empezó a rugir de forma leve, como aviso de lo que vendría después. Le dio un pequeño beso en la frente a Pablo y se levantó, con cierta resignación, hacia la cocina, poniéndose unos pantalones de camino.

Llegó y se preparó un vaso de leche y un par de galletas, que se tomó en la propia cocina, de pie, mirando en el móvil las noticias de la tarde. No quería dejar a su cerebro sin actividad, o se pondría a pensar en la confesión que le había hecho Pablo. Le hervía la sangre sólo de pensar en ello. Él siempre había sido un tío pacífico, en contra de cualquier tipo de violencia. Joder, estaba en contra de la puta OTAN. Pero en ese instante sólo quería hacérselas pagar a Pedro. No sabía de dónde salía tantísimo odio, tantísima rabia, pero la tenía ahí. Y tras tantos años reprimiéndola, empezaba a no ser capaz de controlarla.

Se había pasado de la raya. Había tocado a la persona a la que amaba.

Se dice que se hace de todo por amor. ¿No?

Tenía los ojos cerrados, intentando convencerse de que no merecía la pena. De verdad que no. De repente, y como por obra y gracia del destino, recibió un mensaje de Pedro.

P: Te he visto en línea. Tú tampoco puedes dormir? ;)

A: ¿Qué más te dará?

P: Lo decía por si te apetecía venirte un rato. Yo tampoco puedo dormir...

Frunció el ceño al leer el mensaje. Mierda.

Bloqueó el móvil y fue a vestirse. Necesitaba dar un paseo y despejarse. Necesitaba sacarse todas esas ideas violentas de la cabeza. Necesitaba aire fresco. En la habitación volvió a fijarse en la tranquilidad que emanaba Pablo e intentó empaparse un poco de ella, aunque al verle sólo podía pensar en el daño que le había hecho Pedro.

Volvió a sonarle el móvil.

P: Ese silencio es que vienes? ;)

Soltó un bufido algo más fuerte de lo normal y cogió las llaves de la mesita de noche, no sin antes darle otro pequeño beso en la cabeza a Pablo, que refunfuñó ante sus labios.

-Mmmm, ¿dónde vas? –murmuró al girarse y verle vestido.

-Necesito dar un paseo. Me he desvelado y bueno, ya sabes lo que me cuesta volver a dormir.

-Yo puedo ayudarte con eso... -volvió a murmurar acariciándole el brazo, cogiéndolo y arrastrándolo un poco hacia la cama. Se habría ido con él de cabeza si no fuera por el bostezo lastimero que se le escapó. Rio de forma leve y soltó sin esfuerzo su brazo.

-No te preocupes, sigue durmiendo. Estaré bien. –Otro pequeño beso y se fue. Pablo se había vuelto a quedar frito.

El aire a las cuatro de la mañana estaba tranquilo, frío e inmóvil. Fue andando, con las manos metidas en los bolsillos, sin rumbo fijo. Encontró un parque con un par de bancos y fue a sentarse. Las piernas le empezaban a pesar, pero su cerebro seguía completamente activo. Le daba vueltas todavía a la conversación y confesión de Pablo. Intentaba pensar en el sexo que habían tenido después. Nunca antes lo habían hecho de esa forma. Había amor en cada movimiento de ambos, en cada suspiro, cada gemido. Había sido magnífico, pero no podía pensar en ello sin ver a Pablo siendo forzado por Pedro. No podía borrar de la cabeza la sonrisa del pseudo socialista y a Pablo destrozado en la cafetería.