Día 8

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                 12 de enero de 2006

Querido diario hoy me levante muy feliz ya que después de ir a la escuela, hacer mi tarea y finalizar mis deberes en la casa podría practicar lo que la maestra de violín nos había enseñado el día de ayer. Mi madre observo cada detalle de lo que hacía y me dijo que tenía talento para ello. Apartar de ahora siempre ensayaría de las 4 a las seis de la tarde. Jamás me había sentido tan feliz al hacer algo que me gustara y que tenía que tener cierta disciplina.


El diario de una violinistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora