El canto de las aves

La historia

Detrás de aquella imagen se esconde un secreto. La pregunta es: ¿realmente es sólo uno? Sinceramente ya no sé ni qué pensar, a veces creo que da miedo si quiera averiguarlo, siento mi piel erizándose poco a poco cuando  me acerco más y más a la respuesta del enigma. Ya no parece mía esa capa de piel, la siento ajena y sólo puedo observarla atónito, no soy capaz de saber si es real o sólo se trata de una simpleza mía; otra jugada de mi cabeza de esas que han ocurrido los últimos meses. No soy capaz de tocarla con las yemas de mis propios dedos, ni siquiera sé si puedo moverme, todo parece involuntario, me siento ido. Y más cuando siento mi rostro acercándose, mis ojos no pueden parpadear pero tampoco parecen querer hacerlo, no lo necesitan. Siento mis labios fruncidos pero mi ceño está despejado así que se puede ver relajación en mi rostro, o al menos eso parece.

No quiero saber la verdad. ¿Por qué querría? Al fin y al cabo el propósito que los humanos adjudican a sus vidas es "encontrar el significado". Es tan redundante pero es optimista. Así que para qué averiguar mi propio secreto si tengo toda una vida para hacerlo.
Cierro mis ojos y al hacerlo recobro el control, cuando los abro mi rostro ya está lejos del espejo y mi torso desnudo y frío pide a través de los sentidos que lo cubra de la brisa de invierno entrante por la ventana. Suspiro y me doy cuenta de que no fui capaz de descubrir mi propio demonio, ¿cómo sería capaz de encontrar el de otras personas? Soy tan falso que me da pena, es hipócrita y me parece vil pretender que puedo hacerlo, pretender que hay balance en donde ni yo puedo verlo; mis emociones son una carga muy fuerte.
Sin embargo soy muy bueno ocultándolas y es que aún no descubro cuáles son ni por qué vienen.
A veces siento incluso que tienen mente propia.
¿Acaso están jugando conmigo?
¿O será que ya me he vuelto loco?