Ginebra Armin.
Aquella fue una noche muy tenebrosa, el aire se colaba por las bisagras de las puertas y el termino de sus viaje era anunciado por suaves gritos. No logré sentir la debida paz que las luces me pudieran brindar pues sentía que la inminente oscuridad se tragaba lo visible y los pocos faroles en mi habitación en cualquier momento llegarían a ser consumidos en su hambre de enceguecer las vista. Melisa estaba ocupada en el tocador, antes de acostarse peinaba su sedoso cabello frente al espejo mientras yo yacía en la cama observando a la gigante ventana que me ofrecía una vista al patio delantero de la casa.
- Te notas muy tenso.- Suspiró Melisa tomandome de los hombros.
- No lo se, hay algo en esta noche que no me gusta.- Contesté lentamente.
- ¿Trabajo?
- No, me gusta tener las cosas bajo control.
- ¿Pearce?
- No. Ese hombre es fantastico.- Dejé caer mi cabeza sobre las almohadas. Melisa dejó escapar una risilla.
- ¿Por qué lo dices así?
- Ese chico tiene tanta pila, es como un sol, no recuerdo alguna vez que lo haya visto decaído, tan energético ¿Cómo lo hace tu hermano?
- Quisiera decir que lo sé pero tampoco logro explicarme eso. También creo que es increible, estar a su lado me hace estar segura.- Volví la mirada a ella con ojos entrecerrados.
- Siento celos de tu hermano.- Regresó a reirse y dejó un beso sobe mi nariz.
- Solo Dios sabe porqué te ama.- Suspiró nuevamente y acostó su rostro sobre su almohada.- Duerme ya. El señor Romeo te espera mañana.
- Tienes razón.- Asentí besando su frente suavemente.- Hasta mañana.
- Hasta mañana.
Melisa retomaba su típica posición para dormir abrazando la almohada boca abajo. La serenidad en su respiración sonaba como timbales en carnaval para mi cerebro. Mis manos tomaroon rumbo por si solos guiandose hasta su rostreo y despejando su cara de las hebras rebeldes de cabello. Melisa usaba mis camisas de pijama únicamente, era lo único que cubría su desnudez, cualquiera podría haber dicho que Melisa hubiera querido acción en la cama pero a cambio en contra de la perversión, Melisa solía ser libre conmigo usando la moneda de cambio. La pasión de ambos hervía nuestros cuerpos fundiendolo en una sola llama de ambos corazones en sintonía, sin embargo también abitaban las lunas en donde las flamas no eran tan cadentes pero si eran las brasas adecuadas, unas veces leía un libro hasta que ella quedara dormida o ella me cantaba en su susurro en la oscuridad. Sin ella, la oscuridad era temible y mis sospechas de lo inexplicables se asentaban detrás de las sombras, en un rincón esperando el momento de saltar.
Colonello condujo hasta la torre Singularity en silencio, en cambio Pearce se nostraba curioso respecto a mi rostro, intentaba ocultarlo pero su manera distinta de aconodarse en el asiento de la limusina y su constante contacto de ojos me comenzaba a incomodar.
- Habla.- Repliqué sin dejar de ver la triste ciudad.
- En una semana van a cumplir otro año de relación ¿Cuál es la sorpresa?- Preguntó energético.
- Un libro.- Contesté seriamente.
- ¿Es todo?
- Es una edición especial.
- ¿Solo eso? Digo ¡wow! tienes casi todo el dinero de Moon ¿y solo le compraras un libro? Reprochó.
- No creo que lo entiendas, es solo que es difícil buscar algo tan valioso como Melisa que quisiera crear un tesoro con la tinta y hojas de aquel libro. A ella le gustan los libros y todos estos años ya ha recibido tantos collares, pulceras, anillos y ropa que creo que le quedan menos días de vida que outfix's. Lo indispensable puedes encontrarlo en un momento ramdom con un valor que superaría a todas las estrellas.
- Yo le llamo ser tacaño.- Burló con una sonrisa.
- ¿Tu ya conseguiste una novia?- Pregunté sabiendo la respuesta a modo de venganza.
-Cerca, ayer conseguí el numero de otra chica, fue un desliz, le dije que la llamaría pero no creo que sea de mi tipo.
-A eso le llamo ser mujeriego.
Ambos nos reímos por un buen rato platicando de nuestros defectos. Pearce era la única persona que se atrevía a ser tan directo conmigo por ella hecho de serque mi mejor amigo y, aunque sus reproches sostenían fundamentos, también aprendía a conocer más a Melisa, enserio a ella no le gustaban los lujos, si idealmente quería que mi regalo de aniversario no terminara guardado esperando a ser vendido para el día de mi quiebra.
- ¿Cuándo te cortaras el cabello y te dejaras un color decente?- Reprendí.
- ¿Qué tiene de malo? Mi cabello es genial.
- Estas en un rango alto en el gobierno de Moon. Un agente especial no puede vestir estas fachas, demuestra al pueblo que el gobierno es serio.
- ¿¡QUÉ!? Could tambien tiene un cabello azul y no va por ahi queriendo ser el ejemplo de todo el mundo.
- Bueno, deseaba que tu respuesta fuera lo contrario y decidieras ser algo formal para tu trabajo. Admito que fue decepcionante.
- JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA no.
Pearce era un idiota rebelde y mujeriego, también era desordenado y no era precisamente alguien completamente maduro, su seriedad se la había tragado, aún con todos los defectos siendo mayor que yo, era mi mejor amigo y también mi cuñado y el debía pensar lo mismo que yo pues en las fiestas yo tengo más importancia que suste amores de una noche «o una una hora», a pesar de vivir juntos, Pearce era un dulce chicle pegado a mi cabello que era difícil de quitar y tampoco deseaba quitarlo, en lo más minimo quería probar hasta donde resistía su amistad. Toda una vida junto a él no era fácil de romper tampoco. Melisa acertaba completamente al anunciar que estar cerca de Pearce te hace sentir seguro, hasta yo aceptaba el hecho al recordar que Pearce ppudiera tener todos los defectos del mundo pero también lo engramdecían ciertas virtudes como lo era su honestidad, su lealtad, su humildad y sobre todotodo lo feroz que podría ser al tocarle la fibra blanda, entonces era, allí cuando una tormenta descendía del cielo y los rayos lograban verse en la mirada de él.
- ¿En que trabajan el vejete y tu?- Dijo observandome de reojo.
- No es algo de importancia.
- Si en una semana cumples aniversario con Melisa y eso no te tiene preocupado, entonce debe ser el trabajo. Este proyecto te tiene estresado.
- Es un nuevo traje de vigilancia y camuflaje. Romeo además de querer policias tambien quiere fantasmas en la ciudad.- Confesé.
- ¿Es como el que llevaste a casa la vez pasada?
- No, es algo más complejo, ese traje fue hecho para resistir golpes e impactos violentos, se descartó y se archivó. Ese traje cuesta una fortuna y no siempre un soldado requerirá del traje. El diseño actual tiene un complemento de cada cosa.- Dije tomando los cigarillos de mi saco.
- Espero que recuerde que esta información debe ser confidencial, señor Armin.- Reprendió Colonello desde el volante.
- También es confidencial lo que se hable en esta limusina.- Respondió rápidamente Pearce.
- Conozco a Romeo tantos años y por su reciente comportamiento, no recomiendo tenerlo de enemigo.- Arqueó una ceja.- Ni tampoco como un amigo.
Puede que yo me haya hecho un hombre exitoso de negocios y no por el dinero de mi padre, si no por mis propios meritos, pero aún así, Colonello conoció más tiempo a Romeo que yo o cualquiera en la ciudad pues ambos eran compañeros de infancia al igual que mi padre, Colonello lo vio crecer hasta ser el dictador actual.
- Debería ser más cuidadoso con lo que dice, señor Armin.- Concluyó en un mururo y aparcó el coche.- ¿Acaso espera que le abra la puerta?- Dijo visitendo sarcasmo.
- Lo tomare en cuenta, gracias Colonello.- Esbocé una sonrisa y lleve el cigarrillo a mi boca.
A mi espalda me esperaba la torre Singularity, la creación más alta jamás hechahecha, estar en la cima es tocarle los pies a Dios. Sobre aquella torre se construían todos ls días a la protección ciudadana, desde estudiantes a policias como a militares con la tecnología saliendo del horno en cuando se mejorara más, además que allí se le consideraba como el genesis de las maquinas y la tecnología, la mayor parte de las semanas se podría encontrar un nuevo invento, tan solo el registro de cada proyect podría lleenar unos cuantos pisos de la torre, algo así como un edificio pequeño en la ciudad, todos esos se almacenaban enen elen subterraneo de la torre resguardado con una infinidad de policias, militares y un Skull. También los descubrimientos debutaban todo el tiempo, especialmente en la rama médica. Las enfermedades lograban cesar pero por desgracia los virus siempre mutan para su supervivencia, así se vuelven más fuertes y la batalla eterna siempre existió por exterminar todo el virus en un cuerpo, varios tipos de cáncer ya tenían un tratamiento y cura, sin embargo, otros tipos aún seguían fastidiando.
- ¿Nos vemos a la salida?- Dijo Pearce. Asentí y continúe con mi rutina.
El plato fuerte en mi vida no tenía nada que ver con la rama científica, esto era por caridad y hobbie. Mi verdadero trabajo era ofrecer esperanza sin precio para los ciudadanos, empresas Hope se encargaba de ayudar a los pequeños epresarios y salvar compañías antes de desintegrarse, la competencia me observaba como un monopolio, sin embargo nunca tuve interés por quedarme un esfuerzo ajeno. Los orfanatos y los enfermos eran tocados por el rayo de sol de empresas Hope sin necesidad de regatear económicamente. Esta era la manera de hacer negocios de verdad.
Desde hace años Romeo me insistía en unirme a sus filas cientificas pues alegaba que me veía como un hijo, a quien él podría heredar su ingenio, mi carta de presentación fue la edad de mi graduación, prácticamente antes de cumplir mi mayoría de edad, ya en mi tenía una maestría y dos doctorados. Su oferta era tentadora y me deje caer en sus tenazas solo por curiosidad sin embargo yo no deseaba hacerme viejo en sus brazos.
- Su camuflaje solo funcionará un tiempo efímero, así que su utilidad debutará una noche. El color negro podrá pasar desapercibido en las sombras.- Insistió Romeo con la idea del traje.
- Buenno, suena lógico pero la manera de estar constituido lo hace ver con un gris oscuro, como tal, tan escondido no podrá ser.- Repuse.- Antes que preguntes, su esqueleto le impide pintarse con algún colorante y calentaras mucho los circuitos si quieres cubrirlo de tela negra.
- Y deseaba que en realidad fuera un vibaracho amarillo.
- Tenemos que renunciar a la comodidad.
- ¿Alguna inteligencia artificial?
- Aún estoy ideando sus controles, me crearía un conflicto buscarle una mente artificial.- Mentí.- Lo ideal es un control manual.
- ¿No crees que una inteligencia artificial es lo ideal? Es más... ¡Cómodo!
- A menos que tengas una inteligencia artificial debajo de la manga y lograras activarla de alguna manera en conjunto con el traje, podríamos intentarlo...
- Por eso me agradas.- Sonrió de oreja a oreja palmeando bruscamente mi hombro.
Mirarlo sin errar solo es buscar problemas inútiles, su gesto amoroso me irritaba como lo hace saber que hay pasas en mi comida.
- Romeo, exactamente ¿Para que utilizaras esto?
- Ya te lo había cofesado ¿Tienes una mente tan pequeña? ¡Seguridad! Ginebra, todo es por la seguridad.- Con el resbalar de su dedo sobre su escritorio hizo abrir las persianas metalixas de aula oficina ofertandome la vista a Olivo.- Imagina detener un ataque terrorista antes de empezar sin que esto te costara una fortuna y sin bajas. Esto es el futuro, tu eres el ingeniero del puente del destino. Ginebra, puedes ser mejor que tu padre.
- Mi padre se sacrificó por esta ciudad.
- Tu padre era un mafioso curtido en muerte y dinero, en paz descanse y con honores se admira su acto de valentía y corazón bonachón pero, puedes ser mejor que eso; puedes salvar generaciones y a más de una ciudad sin tener que sacrificarte.
- Salvo esta ciudad a mi manera.
- ¡Jaja! De pasos cortos tardaras en llegar a la meta.
- No tengo meta.
La agilidad mental de Romeo le había mantenido en forma desde siempre, no lograba vencerle en ningúna, puede que sea eso o que realmente soy malo defendiendome. La fragancia seductora de su voz obligaba a rendirle tributo involuntariamente. Las carentes canas en su dorada cabellera le resltaban, brillantes como la plata. Sus arrugas cada vez se notaban en su dura y aspera piel. Todo eso sumado al natural carisma de Romeola era lo necesario para ser in vil maldito. No me agrada la hipocresía pero mi trabajo de detener con un palo su rueda de avances que lograban acosar la vida de la gente en Moon.
La tarde transcurrió normalmente dentro de mi sala de experimentos, el traje de espionaje era toda una divinidad difícil de comprender, no debía ser pesado y también no tendría que tener cables fuera, su apariencia se obliga a ser imperceptible dejando de lado el color normalmente solo sr apreciaba un abrigo muy ajustado de talla unisex.
- Tienes las pelotas del tamaño de dos cocos.- Exclamó Blue. Mi compañero de laboratorio.
- No entiendo.- Mentí fríamente.
- Sabes que ese traje funcionaría mejor con una inteligencia artificial.- Dijo sin dejar de trabajar.
La edad y el tiempo cerca de Blue nos había formado una confianza mutua para comprar mi costosa amistad. Él era tan listo ó más que yo. Sospechaba de mi verdadero plan sin embargo por amistad seguía muerto y cerrado como una tumba.
- Inducirlo con inteligencia artificial es peligroso.
- Sabes que no es así, aquello podría detener un disparo sin necesidad de prestar atención.
- Blue, no entiendes. Terminando este trabajo ¿A dónde crees que vaya?
- No lo sé ¿A fabrica?
- Ajá...
- A distribuicirse a todo el país.
- Exacto.- Dejé el cautin caer sobre la base.- El traje de espionaje ya afronta el hecho de ser un acosador a la vida y agregarle una inteligencia artificial ya sería el colmo. Cerca del 30% de ciudadanos en Moon ha hecho algo ilegal, desde robar unidades en maquinas expendedoras hasta rendir culto en contra de Singularity. Todo eso esta grabado en el sistema de Singularity, una inteligencia artificial podría descubrir el pecado de cada quien, eso incluye niños.
- El sistema no identifica si eres, mujer... o niño.
- Veo que lo vas entendiendo.
- Entonces deberías construir otro traje con inteligencia artificial para llegar antes que Singularity.- Espetó la araña de Romeo tomando haciendo en el marco de la ventana.
Mi corazón se detuvo y mi rostro palideció al enfrentar a la mano derecha de Romeo. Su labios dibujaron una sonrisa y sus ojos se entrecerraron confiada.
- Debería tener un repelente para insectos para toda ocasión. Las ventanas del piso treinta y dos dejan pasar muchos bichos.- Repuse con indiferencia.
- Señor Armin, por poco fui timada al presentarme a usted como una persona prodigia, pero al no saber que es un insecto, un bicho y una araña, no puedo llamarle un niño inteligente.- Esbozó con amchando su sonrisa.
- ¿A qué debo su no tan gustosa visita?
Blue nos observaba emocionado ajeno al intercambio de venenos.
- Es mi tiempo libre, soy la primer agente especial y también la mano derecha de Romeo, supongo que tengo derecho a merodear por donde se me de la gana.
- La privacidad no es algo que se respete en Singularity.
- Debo suponer que usted es la clase de persona que guarda su dinero por miedo que se haga público en un banco.
- Esta usted en lo correcto, las unidades mas elevadas acomodan mi cuello de manera ortopédica.
Apreté los puños esperando un golpe directo de la araña, mi bajo temperamento iba a explotar en cualquier momento como volcán en erupción. Su mano se resbaló por la mesa de trabajo y acarició mis brazos centrando sus pupilas con las mías. Luces purpuras desorbitaron mi concentración por un momento evitando a mi mente reaccionar a su letal veneno, con uñas como colmillos, mis piel lloró una lagrima de sangre con un dolor invisible que ni el alma distinguió.
- Fue un placer, señor Armin.- Besó mi mejilla sobre el trance que me había provocado.
El frío en mis manos me helaba los huesos y mi frente comenzaba a humedecerse con pequeñas gotas de sudor de la misma temperatura que los polos.
Sucediendo una tragedia, envenedado sin oponer resistencia, tuve que aflojar mi corbata y respirar más de lo que mis pulmones abarcaban.
La araña saltó por la ventana desapareciendo en el panorama azul y grisáceo de las nubes.
- ¡Eso fue intenso! La mano derecha contra el cerebro. No puedo esperar para ver el segundo round.- Exclamó Blue.
Perdí el equilibrio cayendo sobre la mesa de trabajo sin poder gesticular una palabra, mi garganta asqueada del amargo néctar, cerró preocupada por su seguridad impidiendo el tránsito de palabras. El cerebro lo apoyaba sin pensar nada claro y la vista poco a poco se nublaba de colores, los últimos sonidos que mis oidos escucharon fueron bastante graves para que se identificaran claramente. Blue gritaba preocupado y hablaba con otra persona pero mis débiles fuerzas y estúpido intento por mantener los ojos abiertos no hicieron tregua para revelarme la identidad del acompañante extra.
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Amargas Sinfonías
ActionLa oscuridad es el mejor lugar para trabajar con dos caras ¿A que punto se necesita llegar para desenmascarar a las personas? ¿Cuál es el motor que impulsa a las personas? ¿Qué sucede cuando rompen nuestros los esquemas? Ginebra es la segunda person...