Alec inmortal

Fin del ciclo

          Habían pasado ya varios años desde la primera vez que Alec y Magnus se habían conocido.

          Como era de esperarse, Alec con el tiempo fue envejeciendo mientras que Magnus seguía joven como siempre, el rostro del nefilim comenzó a tener arrugas y su cabello se iba tornando cada vez más blanco al pasar de los días, ya iba a unas pocas misiones, su espalda estaba un poco encorvada pero nunca perdía aquel brillo en sus ojos. Esos ojos que Magnus se había enamorado en su momento ahora estaban cada vez más cerca de morir.

        Los días pasaban y Alec pasaba la mayoría del tiempo en la cama, ya no era veneno de demonio o heridas lo que hacía que el esté ahí todo el día, si no que era la vejez.

         Alec intentaba hacer reír a Magnus, pero este solo lo hacía forzadamente. No quería perder al amor de su vida, aquel amor que logró hacer que el brujo rompiera los muros que había construido en su corazón, por siglos él se había cerrado a sentir algo por alguien hasta que llegó Alec, con su mal genio y su inocencia.

          Ya habían pasado 3 años y el nefilim se sentía cada vez peor, Magnus casi ni comía por estar todo el día con su esposo. Su apariencia había cambiado, ya no usaba brillo, tenía unas grandes y oscuras ojeras alrededor de sus ojos.

          Ya no era Magnus el magnífico, era inevitable, pensó el brujo, pero no podía hacer nada. Sabía desde un principio que Alec un día moriría pero no creía que pasara tan rápido. Un día Magnus se despertó y vio a Alec, con los ojos cerrados, lo había llamado muchas veces... pero el cazador de sombras nunca despertó.