Capítulo único.

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Era un día muy hermoso, soleado y lleno de vida... ¿Y cómo no? Se encontraban en plena primavera, las hermosas flores de colores permitían una preciosa vista del jardín de la flamante Mansión Malfoy, donde se encontraban flores de todo tipo y que ademas fueron traídas de diferentes partes del mundo, una más exótica que otra. En otros tiempos, ese jardín era una completa penumbra y las flores estaban no marchitas pero si opacas, como si no tuvieran a alguien especial con la cual compartir su esencia.

Claro estaba, que eso fue en un tiempo pasado... Mucho antes de que ella llegara, desde entonces esa hermosa casa triste digna de una película de terror, se había convertido en un hogar feliz  y lleno de alegrías; Draco nada más por complacerla era capaz de lo que sea, esa leona era la dueña de su corazón y aunque era un poco bastante controladora, no había nada que él no haría por ella.

Era una persona increíble, la persona más maravillosa que sus ojos platinados jamás habían visto y la amaba como nunca había amado a nadie. Se sentía completamente dichoso de tener a esa chica a su lado, aunque había momentos en que lo sacaba de sus casillas, aún así él igual la adoraba con todo su corazón.

Aunque claro está que hoy era uno de esos días en que no se soportaban, Draco estaba muy enojado y herido por los celos y la desconfianza de Hermione; Y Hermione no veía nada malo el revisar su teléfono e ir con él a todos lados. Porque si ambos estaban en un centro comercial o donde estuvieran y Draco o ella tenían que ir al baño significaba que ambos debían ir, no se despegaban ni un minuto, y aunque Draco trataba de llevar las cosas con calma habían momentos en los que simplemente no podía más, explotaba y allí se armaba la buena... Además de que Hermione aveces creía necesario hacer visitas sorpresas a su oficina o pasar por él al trabajo.

Ella solo quería cuidar de él... Lo amaba, realmente amaba a esa engreída serpiente y para ella no existía nada más importante que él.

Así que no veía mal que de vez en cuando lo visitara en la oficina para saber si necesitaba algo, revisar su celular para ver que todo estuviera en orden... Y cuidar de que por ejemplo a una zorra se le ocurriera la brillante idea de fijarse en su platinado. Porque no había duda de que Draco era suyo, él se lo demostraba todos los días, con sus detalles, hacía que todas las mañanas le llevaran un ramo de rosas, cuando estaban en casa le hacía el amor con toda la alevosía que podía para que ella supiera cuánto la deseaba.

Pero al parecer para ella eso no bastaba, pues Hermione sufría un terrible complejo gracias a una de las tantas mujeres que han querido ligarse a su esposo... Su rival más odiada, Astoria.

Como odiaba a esa mujer, la odiaba... La muy idiota no paraba de insinuársele a su esposo y eso a ella la ponía de muy mal humor, pero también tenía miedo, pues Astoria era una mujer hermosa y muchas veces había admitido frente al espejo que ella para Astoria no era competencia.

-Vamos Hermione, ¿qué acaso no podemos disfrutar de una tarde juntos en paz? -Preguntó Draco rodando los ojos, otra vez estaban sumidos en una de esas tantas discusiones, y todas iban al rededor de un solo tema... ¡CELOS!.

-Pues yo estaré tranquila cuando hayas puesto en la calle a esa mal... Bendita mujer -Dijo omitiendo el insulto por la cara de sorpresa de Draco, Hermione no era de insultar... Pero extrañamente Astoria la sacaba realmente de sus casillas.

-¿Cuantas veces debo decirte que ella solo es una empleada más?, amor ella necesita ayuda... Su padre la dejo en la calle por no haberse casado con Nott y ella no tiene experiencia en el ámbito laboral, en ningún lugar la van a aceptar por favor entiende -Pidió su esposo tomando sus manos entre las suyas para depositar un beso en cada una y luego sonreírle de esa forma tan seductora que ella amaba.

Mi Hermione me controlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora