Capítulo IV.

9.5K 402 3
                                    

Los Ángeles, California.
-Otra –pronunció con la voz ronca. Notó como el mesero lo miraba confuso, de seguro sus murmullos solo eran incoherencias ahora.

¿Cuántos tragos había bebido? ¿Cuántas horas llevaba en aquel lugar?

-Quiero otra- musito más lentamente esperando ser entendido esta vez.

El mozo asintió y se alejó lentamente de Justin.

-Mi vida es un asco –escupió las palabras mientras recordaba las que su padre había pronunciado hace unas horas.

En quiebra.

¡¿Cómo rayos podían estar en quiebra?!

Él jamás había tenido privaciones, si quería un juguete cuando niño: lo obtenía, si quería un carro cuando adolescente: lo compraba, si quería un departamento como adulto: lo poseía. Cualquier cosa que deseaba siempre había estado para él. Nunca había trabajado por lo que quería simplemente con solo decirlo aparecía frente a él.

No era magia, era el poder del dinero.

¿Cómo haría ahora?

Jeremy dijo que el dinero que él obtenía ya no llegaría. ¿Y ahora qué? ¿Se supone que debía conseguir un empleo?

El liquido amarillento se posó frente a él tambaleándose dentro del vaso, ni siquiera sabía que era eso, había llegado pidiendo una bebida que lo hiciera olvidar… bien al parecer no estaba dando resultados.

-Disculpe, temo decirle que esa es su última bebida, ya vamos a cerrar.

-Bah, da igual. Esta porquería no me sirvió de mucho.

-¿Gusta que le pida un taxi, señor?

-No puedo pagarlo –sonrió de lado- me acabaré todo el dinero que me queda en estas bebidas.

Sacó su cartera entonces y derramó los billetes sobre la mesa. Apenas había alcanzado con lo que traía.

Salió de aquel lugar y entro a su auto, pisando el acelerador fuertemente, deseando dentro de sí chocar y morir para así no enfrentar su realidad.

* * *

Derek maldijo en voz baja, había conseguido el número de aquella hermosa chica en el café, pero después de analizarlo un poco se había dado cuenta que no sabía su nombre. ¿Cómo iba a llamarla ahora?

Sería como: <<Hola chica a la que derramé todo mi frappé, soy Derek ¿me recuerdas?>>

Que idiot.a que sonaba eso.

Al menos que usara eso como ventaja y la llamara esta noche diciendo: << Hey nena, no me dijiste tu nombre>>

Se retractó, eso también sonaba est.úpido.

Había planeado llamarle esta misma noche e invitarla a pasear al parque por la mañana, pero no se le ocurría como empezar la conversación, tal vez con algo simple como un <<hola, soy Derek>> pero aun así tenía que recordar que ella le había dado su teléfono para que le comprase una nueva blusa, no para salir con él.

Tal vez debería ingeniar un nuevo plan. Entro a la ducha preparándose para un baño largo. Quería borrar la mala primera impresión que había provocado en aquella hermosura de mirada rabiosa, pero ¿Cómo se hacía eso? Todo el mundo dice que la primera impresión es la que cuenta. No quería ser recordado por haberle empapado la blusa de café helado.

Minutos después salió con una toalla alrededor de sus caderas, goteando de pies a cabeza pero con la mente aun en blanco, fue cuando escucho su celular vibrar y entonar una pegajosa canción mientras mostraba en pantalla la palabra: Mamá.

-¿Mamá, pasa algo?

-Pasa mucho, hijo.

-Ya lo sabes ¿no es así?

-Justin llamó pidiéndome ayuda, sabrás ya lo confusa que eh quedado, se ha dado cuenta que yo no sabía nada y por lo mismo no podía hacer nada tampoco.

-No es tu deber, Justin es un adulto, puede conseguir un trabajo, debió conseguirlo varios años atrás pero decidió vivir dependiendo de mi padre. Ya verás que papá tratará de arreglar todo eso de las deudas ¿sí? Yo te enviare de mi dinero también cuando me paguen.

-Es un alivio escuchar eso. ¿Te va bien por allá?

-De maravilla, conocí una chica ayer.

-¿Una chica? ¿Qué pasó con Olive?

-Lo nuestro terminó pocos meses después de mudarme a Nueva York.

-¿Justin lo sabe?

-No tiene por qué.

-Bien, y ¿cómo se llama la afortunada?

-La cosa graciosa es que aún no lo sé.

-Entonces espero que pronto lo averigües. Derek estaré esperando el dinero ¿está bien? Te llamo mañana.

Colgó. Pattie no había cambiado mucho desde que él dejó California al parecer.

Ya era hora de dormir, tenía que tener la mente descansada. Tenía un propósito para el día siguiente: Conseguir el nombre y una cita con aquella chica del café.

El Farsante.  (Justin y tu)  Terminada *-*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora