Él apareció de repente, mientras yo me alongaba por un bonito puente de madera que estaba en medio de un inmenso campo. Se acercó a mi, alterado y ligeramente irritado. Yo, posé mi mirada en él con tranquilidad.Me preguntó que si había sido yo la "desgraciada que pisó las flores celestes" de dicho campo. Traté de recordar lo que había hecho antes, y en efecto, fui yo la culpable. Bueno, no era algo tan grave, ¡habían miles de flores como esas por los alrededores!
Así que respondí a su pregunta con indiferencia. Sin embargo, el individuo sí le dio mucha importancia. En ese momento se puso más borde de lo que ya estaba. Me dijo sin ataduras "Estupida niña, has cometido un gran error".
Intenté decir algo, pero se fué corriendo muy enojado... Tan enojado que parecía que iba a echar humo por las orejas. No le comprendí bien. Hombre, ¡tampoco se tendría que haber puesto así por pisar unas florecillas!
Fue simplemente una torpeza mia y sanseacabó. Mientras refunfuñaba, comencé a sentir un suave cosquilleo en la cabeza. Qué sensación tan extraña, pensé. ¿Me habría pegado aquel niño piojos o algo? Me rasqué la la cabeza nerviosa.
Noté algo raro, como... ¿cosas que sobresalían de mi pelo? Fuí a mirar mi reflejo en el pequeño rio que atravesaba el puente. Y ¡PLAM! Pegué un brinco al verme (digamos que ¡plam! es la onomatopeya de pegar un salto de susto) ¡Me habían crecido flores en la cabeza! Las mismitas flores que había pisado...
-Maldito niño-
Intenté arrancármelas, pero era inútil, si trataba de quitarmelas me brotaban aún más en el cabello. Me estaba desesperando, así que me dispuse a seguir el camino a casa de mi abuela. Seguro que ella me ayudaría (aunque no la conociese).
Así es, mi padre me había enviado al campo hace unos dias, para quedarme a vivir un tiempo con mi abuela. En un "lugar seguro y apartado", como decía el. De camino a su casa, procuré no pisar nada extraño, no quería más problemas.
Tuve que atravesar un siniestro bosque para llegar a su hogar, pero finalmente lo conseguí. Me encontraba frente a la pequeña residencia de mi desconocida abuela. Los cristales de la vieja casa silbaban con el viento (por alguna razón le daba un aire siniestro)
De pronto se abrió la puerta principal, haciendo un desagradable chirrido. Me asusté, porque un gato blanco como la nieve salió engrifado, huyendo despavorido atraves de la puerta, pasando por debajo de mis piernas. Perseguí al gato con la mirada hasta que escuché una desgastada voz.
-¡Y non atrévaste a volver por aquí, maleante con patas!- gritó quien debía de ser mi abuela al pobre animalito.
Miré a la anciana. Andaba encorvada, sujetando dos bastones de madera para equilibrarse. Se veia a simple vista que estaba ciega, tenía el cabello canoso y largo, demasiado largo y encrespado. A decir verdad parecía una bruja.
Oh, y tenía un cuervo bastante terrorífico en el hombro. Me miró... bueno, dirigió su mirada hacia mí, a la misma vez que el cuervo. Me quedé paralizada, no sabía que decir. Traté de articular algunas palabras pero la anciana se me adelantó.
-Mm, veo que has pisadu las floreciñas celestes, eh- dijo con tono burlón/enojado, lo cual hizo sonrojarme como un tomate de la verguenza.
-Esperu que non vuelvas a hacerlo niña...-Asentí con rapidez, realmente la anciana imponía. Finalmente conseguí hablar.
-Yo me llamo... Gara Sylvester, encantada- dije con educación, volviendo a la normalidad.
-Ya sabíalo muchacha, tú puedes llamarme Yaya Agna - decía mientras entraba de nuevo a su casa -Vamos, pasa, debu quitarte esas flores cuanto antes-
Eso hice, entré tras ella entusiasmada, cerrando la chirriante puerta (a ver si le ponen grasa o algo, es muy molesta). Tenía tantas preguntas que hacerle a la Yaya. Al entrar, me dediqué a observar la salita que se mostraba ante mi.
Todo, absolutamente todo era de madera (creo que hasta los cojines del sofá tambien lo eran...) Habían muchos estantes, con un montón libros y botes de cristal. Tenía una chimenea que daba un aire acogedor y cálido al hogar, eso me gustaba.
Yaya Agna se sentó en una mesita que había junto a la ventana para luego mirarme.
-Toma asiento niña- ordenó señalando otra silla frente a ella.
La obedecí y me senté. En la mesita había varios artilugios raros y tazas de té (de cara porcelana).
-Muy bien niña, tengu que cortar, es la única manera de poder quitárte las flores, así que, no muévaste- dijo cogiendo unas extrañas tijeras que había sobre la mesa.
-P-pero...-
-Shhhhh....-
Y cortó sin más, podía ver como mechones de mi pelirrojo y rizado cabello caían ligeramente. Que horror. Me gustaba mucho mi pelo, recé para que no me hiciese alguna locura o desperdicio en el. Supongo que este era mi castigo.
Tras unos minutos terminó la tortura. Entre el incómodo silencio que había y las cosas que me hacía en el pelo, se me hizo eterno. Vi como metía las flores en un gran tarro, que en el interior poseía un aura colorida con partículas blancas flotantes. Era hermoso, parecía una galaxia.
-Gracias por quitarmelas Yaya
¿sabe? tengo muchas preguntas que hacerle - dije ansiosa.-Ah claro, ¿que quieres saber niña?-
-Bueno, me g...- En ese momento, ¡volvieron a interrumpirme! Alguien dio dos fuertes toques a la puerta y entró. Ambas dirigimos nuestra mirada hacia la entrada.
-¡No se lo va a creer srta. Agna! me he encontrado con una niña -narraba el individuo a gran velocidad, mientras dejaba sus pertenencias en un perchero- A la muy ingenua se le ocurrió pisar las orquídeas celestes, ¡y tan tranquila se quedó! Ya aprenderá la...-
-EJEMMM- carraspeé disimuladamente la garganta. Él me miró, era el chico de antes. Sí, ese que echaba humo por las orejas.
-¿!Q-qu q-que hace esta chiquilla aquí srta. Agna!?- decía agitando los brazos sin control.
-¡Ya está bien! Tranquilizate Arlo. Esta... niña ingenua, es la nieta de la que te hablé, así que debes tratarla con respeto- dijo la yaya con claridad.
-Uj... ¿En serio?- comentó con tono de asco mientras me miraba. Yo le hacia burlas a espaldas de la Yaya, no pude evitarlo.
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Gold Blood
FantasyLa "señorita Sylvester" (tal y como tenía que llamarle Arlo, su compañero) o Gara informalmente, es una energica y curiosa niña de ciudad que vive junto a su padre en un pequeño y barato apartamento. Esto último cambia cuando Gara está apunto de cum...