II

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Durante una semana estuve observando a Raúl desde lejos, admirándolo en secreto. Me di cuenta de que sus expresiones eran tan tiernas... Era un completo pasivo.

Pero... ¿por qué recién ahora me daba cuenta, mirándolo desde lejos? ¿acaso era... Que el amor me había cegado?

Como sea, era hermoso verlo aunque sea de lejos... Tomé la decisión de convertirme en un activo, para aunque sea estar con él... De verdad lo amaba mucho. Pero yo no podía. No podía dejar de desear tener su carne dentro mío... Era imposible, nunca seria activo. No podía ser que debía renunciar a estar con la única persona que amé...

Un día, noté que me miraba mucho mientras hablaba con unos chicos. En eso, se me acercó. Me puse nervioso, tanto que seguramente me había sonrojado. Él tomó mi mano y me llevó a donde estaban sus amigos.

"Él es mi novio." dijo con una enorme y hermosa sonrisa. Lo miré algo sorprendido. Él me regaló otra de sus dulces sonrisas, acompañada de un leve sonrojo en sus mejillas. "Te amo..." dijo de la manera más dulce que podría haberlo escuchado hablar. Su voz sonó hermosa, como la de un inocente niño de cinco años. Acto seguido me abrazó. Yo correspondí, y fue cuando me di cuenta de que estaba mucho más delgado y había perdido masa muscular. Me besó en el cuello de la forma más pasiva que lo había hecho hasta ese momento, yo tomé su barbilla y besé sus labios.

Era realmente hermoso.

Cuando nos dimos cuenta, los chicos con los que hablaba se habían ido.

"Mira te lo puedo explicar, yo pensé que tú..." comenzó a decir. Yo lo callé con un beso. "Entonces, ¿no me odias?" dijo algo apenado.

"¿Cómo podría odiar a un chico tan lindo como tú?" le sonreí.

Él me regaló otra de sus sonrisas y comentó "Te he extrañado mucho."

"Shh..." lo callé con otro beso. "¿Vamos a casa?"

"Sí, sí, sí" dijo con emoción y luego comenzó a dar saltitos a mi alrededor.

Caminamos un rato, tomados de la mano, mientras él me contaba todo tipo de historias suyas. Yo lo escuchaba atentamente mientras reía por todos sus disparates. De vez en cuando, parábamos para darnos besitos, y sentíamos de todo tipo de miradas; algunas de ternura, otras de desprecio, asco, hasta odio, o indiferencia. Pero no nos importaba.

Cuando llegamos a mi casa, le presenté a mi madre y ella lo recibió alegre, con un gran abrazo. Luego vino mi hermanito corriendo desde arriba.

"Cuidado con las escaleras, mi amor." dijo preocupada mi mamá.

"¡Samuel!" grité asustado, cuando se tropezó. Pero, como si fuera un rayo, Raúl detuvo su caída, alzándolo.

"Casi caes, ¿eh?" dijo tiernamente mi novio.

Mi hermano lo miró algo avergonzado porque no lo conocía y no acostumbraba a conocer personas nuevas. Luego vino a abrazarme, mientras miraba raro a Raúl. Lo estaba analizando.

"¿Quién eres?" dijo sin más, con mirada amenazante.

Raúl rió tierno. "Me llamo Raúl."

"¿Eres el novio de mi hermano?" decía cada vez más enojado.

"Sí..."

"Vete." dijo, como muestra total de sus celos. "No quiero verte cerca de Bru."

Mi mamá lo miró enojada. Lo alzó y le encajó su mamadera en la boca, por lo que Samuel se tranquilizó.

"¿Qué edad tiene?" dijo Raúl con ternura.

"Tres años ya. Y aún no quiere dejar la mamadera."

"Aún es pequeño." dijo.

"Ma, vamos a mi habitación." avisé.

"Bien."

Ya arriba, Raúl se tiró a mi cama, resaltando inconscientemente su trasero. Yo aproveché y le pegué una nalgada.

"¡Ahh!" gimió. De naturaleza, le daba placer.

"Ven aquí." me senté en el borde de la cama, y apoyé su pubis sobre mi regazo. Bajé sus pantalones y su ropa interior, y comencé a nalguearlo fuertemente, haciéndolo gritar y gemir.

"¡Más! ¡más!" pedía.

"¿Más?"

"¡Sí, por favor!"

Me desabroché el cinturón, me paré, me alejé dos pasos y comencé a pegarle latigazos. Más o menos por la quinta, escuché un ruido proveniente de la entrepierna de mi novio. Él estaba muy agitado. Me acerqué nuevamente y toqué su pene.

"¿En serio te excita esto?"

"Sí... Perdón, soy masoquista."

"No importa, me gusta que seas así." dije y tomé algo de su semen, para pasárselo por el ano.

"Oye... Tengo algo para ti..." dijo con algo de vergüenza.

"¿Sí? ¿qué?" dije ansioso, como un niño.

"Deja que me pare y tu acuéstate, así lo busco."

"Sí." me acosté en la cama, y bajé mis pantalones, sabía que era algo para ahí abajo, ya que él no se había subido la ropa.

"Volví." avisó. Quise mirar qué tenía detrás suyo, pero él se rió por eso. "Cierra los ojos y confía en mí... ¿confías en mí, verdad?" dijo preocupado.

"Sí, claro que sí, mi amor." dije, sonando algo infantil.

"Ah, qué bien..."

Cerré los ojos. "Vas a meterme algo en el trasero, ¿verdad?"

"Puede ser..."

"Entonces sigue."

Luego de unos segundos, escuché sus lindos gemidos, por lo que mi pene se paró. "O-oye... T-tu p-pe-pene... S-se ve deliciosso..." tartamudeó. Sentí cómo me lamía el pene entre gemidos y otros hermosos sonidos provenientes de él. Yo suspiraba, aguantaba porque me daba vergüenza gemir delante de él. Luego de unos minutos, me corrí, él tomó mi semen y me lo pasó por el trasero. Luego me metió dedos para dilatarme, y yo ahogaba gemidos, hasta me tapaba la boca para no dejarme escuchar. Finalmente, me metió de a poco un enorme pene.

"Se nota que es de goma." comenté.

"Quiero darte todo el placer posible, y no puedo con un pene pequeño." rió. "Haré todo por tu amor..."

Noté que la velocidad con la que se movía iba aumentando, al igual que sus gemidos, y nuestros traseros chocaban. Yo transpiraba, tragaba saliva, respiraba agitado...
Él se dio vuelta, quedando en la misma posición que yo, con la vista hacia arriba. Luego se subió arriba mío, y comenzó a besarme, yo correspondía y lo besaba en el cuello, las mejillas, la frente, etcétera.

Luego de unos diez minutos más así, nos dormimos.

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⏰ Última actualización: Aug 24, 2016 ⏰

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Dos... ¿pasivos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora