Capitulo I

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Un fuerte impulso hace que me levante de mi cama en mitad de la noche. Mi cuerpo se estremece enseguida y siento como el corazón me sale por la boca. Son las tres de la mañana pero me da la impresión de que fuera más tarde. Con sudor en la frente, me levanto dirección al servicio. El reflejo del espejo me muestra una persona que no soy yo, estoy destrozada, mi cuerpo pide auxilio y nadie se lo proporciona. Tras batir mi récord de mirarme en el espejo durante 20 segundos, aparto la mirada que se queda fija en el suelo de baldosas blancas.
Sufro de anorexia, bueno anorexia no , sino que hay una voz en mi mente que me obliga a no comer, me tortura y me provoca alucinaciones cuando quiere. Mi mente me mata cada vez que intento comer algo, en el reflejo solo veo un cuerpo gordo, feo ...poco humano. Se que no soy asi, soy consciente de mi falta de nutrición, pero soy incapaz de probar bocado después de tanto tiempo sin hacerlo.
Fue dificil para todos aceptar mi deficiencia, al principio todo parecía irreal pero no, aqui estoy.. Conviviendo con mi voz inexistente.

Me tumbo con desgana en la cama. Solo faltan unas pocas horas para tener que ir al instituto. Odio ese infierno. Menos mal que solo me quedan dos años para acabar. Cierro los ojos y mientras que fantaseo en salir del instituto caigo rendida en un profundo sueño.

El ruido del despertador me sobresalta. Genial ya es la hora de ir rumbo al infierno. Me visto rápidamente con una sudadera larga y bajo a la cocina .
Mi madre se encuentra preparando el desayuno. Su largo cabello rubio brilla ante la suave luz de la mañana. Mis ojos avellana se encuentran con los suyos grises mientras que sus labios forman una sonrisa de compasión.

- cariño, ¿vas a comer algo?- esa pregunta es tan repetitiva..
- no tengo hambre mamá, pero gracias- le sonrio de la manera mas falsa posible.
Recojo las cosas y me dispongo a salir rumbo al instituto. Siento un tirón en el brazo y enseguida me doy la vuelta para encontrarme con ella.
- ten cuidado, si te vuelven a hacer algo- se le quiebra la voz- ya sabes... Llámame- asiento con una pequeña sonrisa. Ella esta al corriente de todo lo ocurrido, de estos 4 años en los que sufro acoso.
-pásatelo bien- la escucho decir pero enseguida cierro la puerta .

¿Como voy a pasármelo bien si vivo en un infierno en el cual mi propia mente es satanás?
Conduzco mi vieja furgoneta negra hasta divisar el instituto. Es el único en nuestro pueblo. Hemos probado a mudarnos pero encontrar un trabajo es difícil.
Aparco lo más lejos de la entrada, más de una vez me han destrozado el coche.
Tengo suerte y no parece haber mucha gente en la entrada. Lo más rápido posible, paso por la puerta.
Noto las miradas en mi, los insultos que se pasean por sus bocas, alguna que otra zancadilla. Esto ya es costumbre, esos hijos de puta siempre hacen lo mismo. Me apresuro en entrar en historia, mi primera clase. Me siento en mi lugar de siempre al lado de la ventana. El timbre suena y todos los alumnos entran.
Lively entra con su séquito detrás. Que decir de ella, lista, guapa, popular... Se me acerca y se me queda mirando. Tras esta escena incomoda decido mirarla y al instante me arrepiento de haberlo hecho. Un fuerte golpe me sacude la cara. Siento las mejillas palpitar.
- ¿cómo te atreves a mirarme pedazo de guarra?- ella y sus amigas empiezan a reirse y tras unos segundos más de burla hacia mi ser, deciden sentarse en sus respectivos sitios.

¿por qué sera tan capulla? ¿cómo llegamos a este punto? Era mi mejor amiga y tras ese día todo cambió. Todos la seguían y el odio se traspasaba a medida que pasaba el tiempo.

Eres imbécil... Por eso te odian. Eres un ser despreciable que solo sirve para hacer reir a la gente con su penosidad.

Mi vocecilla se hace presente. Puedo con ella...puedo con ella me repito hasta calmarme.

Después de una interminable hora de historia, toca literatura, mi clase preferida. La señorita Theresa está sentada en su gran mesa leyendo un clásico. Levanta su rubia cabeza del libro y me sonrie de modo que me siento más relajada.
Ella es mi profesora preferida, comparto sus gustos y en cierto modo se puede decir que la admiro mucho. Hablamos a veces, cosa que no es muy extraña ya que su edad no se diferencia mucho de la mía. En mis peores momentos me ha ayudado como si fuera su amiga, me contaba sus anécdotas de cuando iba a la universidad y de como tuvo una gran cantidad de líos y problemas a causa de su actual esposo.

Me siento, a diferencia de otras clases, en primera fila, deseosa de empezar a discutir sobre el libro de esta semana.
Cuando la clase se llena y pasan unos minutos, la señorita Scott se levanta para abrir la puerta. Un chico rubio muy oscuro y muy alto aparece a su lado. Tiene los ojos grises y una preciosa sonrisa que muestra sus oyuelos.
- Buenos días! Este es vuestro nuevo compañero, James Connor. Viene de ohio. Espero que lo trateis bien-
James echa un vistazo a la clase y saluda con la cabeza. Sus ojos grises se cruzan con los mios y me da un vuelco el corazón. Claro está que es solo para tener perspectiva de la clase, además con mi horrible aspecto no me volverá a mirar.

Después de una maravillosa hora, salimos al descanso. Cuando me aproximo hacia el patio interior, siento un fuerte empujón por detrás que me hace caer directamente. Sin saber que hacer, miró hacia atrás y contemplo como lively, clark, lydia, johan y lizzy me miran riéndose. También observo como aquel chico con ojos grises nos miran con el ceño fruncido desde una esquina.

- que torpe eres Brooke. Cuidado no te pisen, la gente suele ir pisando basura- Clark sonrie con superioridad mientras se remueve su pelo negro. Lizzy rie como un caniche mientras se toca su pelo rojo, como si quisiera coquetear con clark.
Justo cuando su pandilla se esta yendo, siento un fuerte dolor en el costado. El dolor se expande y noto como me cuesta respirar. Levanto la vista para toparme con los ojos claros de lively. Sonrie y se va. Con torpeza me levanto del sitio y salgo corriendo para evitar las burlas.
Me siento en los bancos alejados de la puerta principal.

Esta vez te ha dado pero bien. Te lo mereces. Te mereces todo esto por ser una capulla, eres el horror. Das asco y todos desearían que estuvieras muerta. Le harías un gran favor a tus padres si te mueres.

Empiezo a llorar y a llorar.
-Basta! -Grito mientras me jalo de los pelos hasta hacerme daño.
- ¿estas bien? Que pregunta más estúpida,perdoname- su voz suena como me esperaba, grave y un poco ronca.

NeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora