Tragedia

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Mis parpaos se sentían pesados por lo que me costo n poco despertarme, el suelo estaba húmedo y hacia frío, todo mi cuerpo no respondía, era como si no quisiera reaccionar a las ordenes de mi cerebro y sobre todo estaba asustada, seguía en el bosque. No estaba sola. Me incorpore lo más deprisa que pude, todo mi cuerpo dolía, como si acabara de recibir una pelea.

-Quien eres?- Intente que mi voz sonara firme aunque creo que eso fue imposible.

-Tu peor pesadilla.- Y tras esas palabras se abalanzo sobre mi, inmovilizando mis muñecas, grite por el dolor pero eso no consiguió que el parara.

-SUELTAME.-Grite.

-O si no que? vas a gritar como una dama en apuros, porque te aseguro que aquí nadie va a escucharte.

-Por favor...- Susurre cuando una de sus manos se deposito en mi cuello ejerciendo una fuerza brutal, casi cortando mi respiración.

-Suéltala-Esa voz... la reconocería en cualquier parte.

-Porque debería hacerlo? -Su voz sonaba divertida, aunque to no le encontraba la gracia. El sin nombre se aparto de mi rápidamente, como si tuviera miedo, se fe alejando poco apoco.

-Mas te vale que no tenga ni un solo rasguño o si no...- Corto la frase mientras el salía corriendo a una velocidad paranormal.

Sin querer ni poder evitarlo las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos con desesperación y un dolor agudo se deposito en mi espalda, un grito salió desde el fondo de mi garganta, mi espalda ardía. Gire para ver l que provocaba aquel dolor, y fue lo peor que podía haber hecho, mi espalda desnuda tiendo de sangre el color blanco de mi vestido, mis preciosas alas negras no estaban, de mi espalda solo brotaba la sangre donde antes solían estar mis alas, llore, llore y grite, no por el dolor que causaba sino por lo que suponía, por lo que suponía que mis alas ya no estuvieran, si era así, eso significaba que el tampoco y no estaba dispuesta a perderlo ahora que lo había encontrado, no era justo, se que era... un demonio pero no me importaba y ahora el ya no estaría y yo me resignaba a creer que lo había perdido.

-Sshh, tranquila, tranquila Leo estoy aquí..- Intentaba calmarme mientras yo seguía llorando.

-TRANQUILA? Jace, dime como puedo estar tranquila, el.. el no se que va a pasar, no puedo perderlo Jace, no puedo.

-Es un monstruo Eleonor, un monstruo, como puedes seguir protegiéndolo? Es que no lo ves, el solo te utiliza para conseguir su objetivo, por favor no seas estúpida.

-Yo lo único que veo es a ti.. Es tu hermano.. como puedes hacerle esto?- Seguía llorando y parcia que mis lagrimas jamás iban a detenerse.

-Tu no lo entiendes Leo...

-Claro que lo entiendo, la envidia te ha corrompido por completo y no puedes culpar a Lucifer por eso... aunque bueno estarás contento no? Ya tienes lo que querías y el ya n esta. -Me levante y con las pocas fuerzas que me quedaban comencé a andar hasta casa, aunque claro las cosas ahora eran distintas.

-No puedes volver... Te acusan por traición, lo siento Leo, lo he intentado pero.

-Esta bien, me ire, lejos de ti y de todos, no era difícil Jace, solo tenias que dejarlo pasar, nada mas.

-Dejarlo pasar? Eleonor, yo lo deje pasar por mas de cien años, as sido tu la que lo ha buscado, ahora no me eches la culpa, porque si tu hubieras mantenido tu puta boca cerrada y no hubieras metido las narices donde no te llaman esto no hubiera pasado.

-Sabes que tienes razón... la culpa no es tuya sino mía, por haber creído que podría encajar una vez más, me equivocaba, siento haberos fastidiado la vida. -Y me aleje, me aleje sin saber a donde iría, mi vida ya no era nada, sin Rai, sin Tamara sin mi mejor amiga, sin Jace y sin Lucifer, ya no tenia ganas de luchar por nada, ni siquiera por mi propia vida. Me había pasado toda mi infancia intentando encajar, que la gente me aceptara, pero supongo que eso es mucho pedir para una persona como yo, no quería que esto acabara así, tenia miedo, miedo de lo que el futuro tuviera preparado para mi, ya no podía volver a mi hogar, tampoco con mis padres y estaba perdida en un bosque, aquí solo eran los dos mundos, el cielo o el infierno y yo no pertenecía a ninguno de ellos. Todo acababa aquí... y este sería mi triste destino? Sola. Encerrada en la jaula de todos los sentimientos retenidos durante toda mi existencia y con pocas ganas de salir, no quería consumirme en las cenizas de mis propios errores que ya no tienen remedio alguno, solo quería ser libre, volar, vivir.

LUCIFERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora